El calendario de la Patria tiene hace 43 años otro mojón
más. Argentina ya no es lo mismo desde que fue atravesada por un genocidio. Y
la memoria despliega sus alas de verdad para configurar otros ritual de
conmemoraciones anuales. Hay una fecha que atestigua las ganas de ser libre: el
25 de Mayo. Y existe un 9 de Julio que muestra la asunción plena de la fe
emancipatoria. Pero tenemos también un 24 de Marzo. Con heridas no curada. Desde
donde fluye el corazón de un país aún resquebrajado por las desapariciones y
las muertes.
Las tres fechas son de ruptura. Las dos primeras de un nexo
con el imperio que sometía a América Latina. La tercera, el 24 de Marzo, a una
historia plagada de golpes de Estado en nombre de las dos lógicas imperiales
que le dieron continuidad a nuestro sometimiento como Nación. El Reino Unido y
Estados Unidos han sido lo beneficiarios directos de los crímenes del siglo XX
sufridos por el pueblo argentino.
El 3 de febrero de 1852 la Patria empezó a hundirse. El
etnocentrismo europeo y los lacayos locales vieron la oportunidad de expandir
sus intereses despojando a nuestro pueblo de sus recursos naturales y limitando
su desarrollo a las necesidades de su expansión neocolonial. En Caseros triunfa
Gran Bretaña. A partir de ese momento, hasta el final de la primer guerra
mundial, todas las potencialidades económicas de la Argentina quedarán
sometidas a sus intereses. Y su rol imperial incluirá la estricta prohibición
de integrar a América Latina como un todo cooperante.
El Reino Unido fue sustituido por Estados Unidos. A mitad
del siglo XIX empezaron a actuar sobre América Latina. Su primera incursión le
costó la mitad del territorio a México. Le robaron California, Texas, Arizona y
todo el norte. Luego invadieron Cuba. Desde esa época siguen instalados en una
parte de ese territorio: Guantánamo. Desde Washington se planificaron y se
implementaron todos los golpes militares existentes en nuestra américa desde
1930 en adelante. Sus embajadas fueron (y continúan siendo) el centro desde
donde se le brinda avales o destruye a candidatos. Es también el lugar desde
donde se construyen referentes políticos a quienes se alienta para convertirse
en referente de sus intereses.
No hubiera sido posible un 24 de marzo de 1976 sin el rol
jugado por el Departamento de Estado y la CIA. Tampoco hubiera existido el
medio millón de muertos que implicó dicha incursión político-militar. Sólo en
Guatemala –un país de 15 millones de personas—fueron asesinados 250 mil campesinos,
militantes y guerrilleros.
Los miedos del imperio se vinculan con la desconexión y la
Unidad. No soportan la idea de no incidir. No aceptan la idea de que America
Latina reconstruya lazos desde su conformación mestiza, lingüística y cultural.
Eso supondría un desafío enorme. Un peligro –visto del imperio-- de verdadera
independencia. Esa es la explicación por la cual no pueden digerir las
experiencias autónomas. No son los errores o los modelos de gestión político de
cuba o Venezuela lo que altera a Washington. Es su independencia. Su decisión
de tomar las riendas de su futuro sin consultarlos. Sin dejar que sus embajadas
puedan sembrar luchas fratricidas o cooptar a elites locales para usarlas al
servicio de sus intereses.
El imperio no soporta la autonomía. La desconexión es
entendida como una perdida de incidencia. Y la lógica imperial vive de la
conexión asimétrica: de la necesidad de contar con recursos naturales, fuga de
capitales, gira de dividendos y extracción financiera. También de seducir
consciencias locales que sueñen con vivir en Miami.
La cooptación cultural es una de sus armas mas estratégicas
porque impone el odio y el desprecio hacia los pueblos latinoamericanos. El
racismo difuso desplegado por sus medios de comunicación, y la activación
mediante la segmentación de clases, permite instaurar modelos “legitimados” de
sometimiento interno, odio a quienes luchan por identidades libres y pesecusión
a los referentes que se animan a desafiarlos.
El 24 de Marzo tiene similitudes con el 25 de Mayo. Hay un
deseo escondido en ambas fechas. Una sensación de cansancio, de deseo, de resistencia.
Unas ganas poderosas de cumplimentar el rito emancipatorio. Al aniversario del
golpe genocida le falta su respectivo 9 de julio. No importa cuánto se tarde
para lograrlo. Lo importante es no olvidar que es el primer punto en al agenda
de una Patria.