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Luis Almagro y la OEA: “Hijos de… Washington”

Por Pablo Jofre Leal*

Una OEA cuya sede se encuentra precisamente en Washington, a pocas cuadras de la casa de Gobierno estadounidense. Una dirección, que simbólicamente lleva a que las mentes esclavas sigan considerando que nuestro continente es el patio trasero de Estados Unidos. Una OEA fundada el año 1948, que hereda el rol que desde su Primera Conferencia Internacional Americana, comenzó a tener este organismo regional, precisamente en Washington, D.C. Una Conferencia celebrada entre el 2 de octubre de 1889 al 19 de abril de 1890. Este primer encuentro se fundamentó en una idea primordial: fomentar las relaciones económicas entre los países americanos “con el objeto de discutir y recomendar a los respectivos gobiernos, la adopción de un plan de arbitraje para el arreglo de los desacuerdos y cuestiones que puedan, en lo futuro, suscitarse entre ellos. Como también tratar de asuntos relacionados con el incremento del tráfico comercial y de los medios de comunicación directa entre dichos países; fomentar aquellas relaciones comerciales recíprocas, que sean provechosas para todos y asegurar mercados más amplios para los productos de cada uno de los referidos países”

No haré aquí una historia detallada de la OEA y los pasos dados, para ir conformando una organización, que cada día fue supeditando su acción a los designios de Washington, no sólo en aspectos comerciales, sino que políticos. Una institución que se concreta como OEA durante la Novena Conferencia Internacional Americana, que reunió a 21 Estados en Bogotá, Colombia, el año 1948, en que se adoptó: la Carta de la Organización de los Estados Americanos, el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (“Pacto de Bogotá) y la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre. En la misma Conferencia, se aprobó el Convenio Económico de Bogotá, que se propuso fomentar la cooperación económica entre los Estados americanos, pero que nunca entró en vigor.

Esta Conferencia del año 1948 se realizó bajo el paraguas de control del llamado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) firmado el año 1947, en el comienzo de la llamada Guerra Fría entre las superpotencias vencedoras de la segunda guerra mundial (Estados Unidos y la ex Unión Soviética). Un Tratado que mostraría su plena ineficacia y falsedad cuando Gran Bretaña entra en guerra con Argentina, por la defensa imperial de su posesión colonial en Las Malvinas el año 1982. Allí, Estados Unidos, aliado de Gran Bretaña impidió cualquier movimiento de las cancillerías de los gobiernos latinoamericanos – muchos de ellos bajo dictaduras militares pronorteamericanas – para ir en ayuda de Argentina, también sometida en ese momento a un Gobierno manu militari.

La original relación esgrimida por la Unión Americana y sus Conferencias Internacionales Americanas, reunidas a intervalos, fueron reemplazadas el año 1970 por una nueva forma de establecer los vínculos en el continente, a través de los llamados períodos de sesiones de la Asamblea General de la OEA. Esto, al entrar en operaciones el Protocolo de Reformas a la Carta de la Organización de los Estados Americanos, adoptado en Buenos Aires ese año 1970. En general, sólo maquillajes para tratar de insuflar energía a una entidad, que ya mostraba señales de agotamiento y plena sujeción a los deseos y órdenes de Estados Unidos.

A la clara postura falsaria de la llamada defensa continental, frente a agresiones militares externas se suma la realidad de una relación económica con el imperialismo, que nunca ha sido provechosa para nuestros pueblos. Fundamentalmente, porque se han generado relaciones comerciales que favorecen, preferentemente, a las castas gobernantes vinculadas a grupos económicos transnacionales y grupos locales, que dan sustento político a los objetivos de dominio estadounidense, quien permanentemente ha evitado ya sea mediante imposiciones de sanciones, bloqueos, embargos y amenazas el que nuestros países puedan diversificar sus mercados con aquellos que Washington considera rivales globales. De esto hemos sido testigos, en los últimos años, con la intensificación del comercio con la República Popular China, la Federación Rusa y la República Islámica de Irán, entre otros, donde las amenazas – verbalizadas por el Departamento de Estado estadounidense - a los gobiernos latinoamericanos son parte del paisaje político, si se atreven a permitir la entrada de estos países en el continente.

Para llevar a cabo esta política de sometimiento de la OEA a los dictados de Washington, se requiere contar con un secretario general que reúna ciertas características: aparente progresismo en sus inicios políticos, conversión ideológica al cabo de los años y vasallaje a las políticas de Washington cuando llegue la hora de la toma de decisiones contra los pueblos. Eso, de tal forma de favorecer la política imperial y beneficiar los grupos políticos y económicos, que dominan gran parte de nuestros países. Esto permitió por ejemplo, perseguir y finalmente expulsar a Cuba de la OEA el año 1962 decididos a dar “un ejemplo” a aquellos países que buscaran un camino propio dentro de un rebaño de gobiernos genuflexos. Así ha sido también con Venezuela, desde el triunfo del fallecido comandante Hugo Chávez Frías el año 1999 y que se extiende hasta el Gobierno presidido con Nicolás Maduro, a pesar de que la nación suramericana en abril de 2017 inició oficialmente el proceso de retiro de la OEA. Una decisión según palabras del mandatario venezolano “que se ajusta de manera soberana a los postulados históricos y doctrinales de nuestro proceso independentista bolivariano”.

Un interesante artículo de Crismar Lujano y Sergio Martin Carrillo, permite entender como Washington maneja a la OEA para tener un títere obediente. “La OEA está actualmente integrada por 35 países. Decir que está dirigida por los Estados Unidos no resulta un brindis a la retórica antiimperialista. No hay más que ver su financiamiento para entender de modo claro a quién obedece y para quién trabaja. Estados Unidos financia el 80 por ciento del presupuesto del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, convertido en la principal punta de lanza contra Venezuela. Es la Secretaría General de la OEA la encargada de preparar el programa anual para la asignación de fondos, a cada eje temático de la institución. Es aquí donde se determina el poder de cada Estado sobre la Secretaría General, que se basa en "cuotas ligadas a las asignaciones de cada uno de los miembros”. En los últimos años, Estados Unidos financia con el 52 por ciento el presupuesto de la OEA, que sirve para cubrir los 360.000 dólares anuales de paga a Almagro (duplicado el año 2017), mantener la residencia oficial, personal de servicio y el servicio de seguridad de este político que además, a la hora del retiro lo hará con el 100 por ciento de lo que era su remuneración. Queda claro, por tanto, al amo que besa la mano Almagro.

Almagro: el Sicario Político

Luis Leonardo Almagro Lemes representa, como nadie en la historia de la OEA, el papel del siervo obediente, el Yanacona (1) rastrero. La viva imagen del Tío Tom, el esclavo que es feliz en su condición de hombre falto de libertad, que piensa que es parte de la familia imperial. El político que cree que los amos, al darle de migajas de su mesa lo hacen partícipe del festín global. Un criado que acepta el yugo complacido y acepta su destino infausto. Almagro es una rémora de Washington, sostenido políticamente, gracias a las presiones que la Casa Blanca ejerce sobre los gobiernos latinoamericanos, que logró reelegirlo, para seguir contando con en el secretario general más servil de la historia, que actúa como un lacayo y con el aura de la maldición de Malinche que lo acompañará por siempre.

La OEA es una entidad a la baja y que hoy, después del triunfo del MAS en las elecciones generales en Bolivia ha dejado al descubierto el plan desestabilizador llevado a cabo por Washington, la ultraderecha boliviana junto a la OEA y el grupo de Lima, destinado a signar como fraudulentas los comicios de octubre del año 2019 y cuyo informe sobre supuestas irregularidades permitió dar un sostén documental, para lograr deponer a Evo Morales. Ha quedado demostrado, con el triunfo del MAS este 18 de octubre, que el único falso en toda esta situación resultó ser Almagro y su camarilla, que hoy debe rendir cuentas de su conducta golpista y de su papel de sicario político de Washington.

Un informe de la misión de observadores de la OEA en las elecciones del año 2019, que al cabo de un año de sufrimiento del pueblo boliviano ha mostrado que lo fraudulento en aquellas elecciones fue precisamente ese informe oficial, que tenía el encargo de la Casa Blanca de lograr, a como diera lugar, la salida de Evo Morales y el MAS del Gobierno. La labor de Almagro usando para ello a la OEA sirvió para ejecutar un golpe cívico-militar, que durante un año violó los derechos humanos en Bolivia. Obligó a exiliarse a gran parte de la dirigencia del MAS, comenzó el desmantelamiento de las conquistas sociales logradas en 14 años de Gobierno masista, catalizando un proceso de desmantelamiento del Estado boliviano. Una OEA golpista, que tiene que responder hoy ante el mundo y con la cabeza del converso Almagro, rodando, como fruto necesario de la búsqueda de responsables. La guillotina espera la cabeza de Almagro el sicario, como purificación inicial de un organismo que exuda pestilencia.

Hoy, incluso Almagro, el hijo de…Washington, ha saludado el triunfo de Luis Arce en Bolivia como si nada hubiese pasado. Hoy, la propia OEA avala una elección donde triunfaron los mismos que fueron perseguidos, humillados mediante una política de terror acusándolos de terroristas, de falsificar las boletas de votación. “La elección del candidato del partido Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce, como nuevo presidente de Bolivia fue “transparente”, y su victoria “contundente “que  le otorga “una gran legitimidad” a su gobierno entrante, afirmó el miércoles la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA) en un informe preliminar sobre los comicios del domingo 18 de octubre. Conclusiones obligadas para tratar de lavar las manos de una misión de observación electoral que se manchó las manos de sangre el año 2019 al apoyar la instalación de la dictadura de Jeanine Añez, Arturo Murillo, Luis Fernando Camacho   y la tropa de ultraderecha que se apoderó del país.

Ya en un artículo publicado en Segundopaso.es el 12 de septiembre de este 2020 denunciamos el papel desestabilizador de Almagro y de apoyo a la dictadura de Añez al criticar  las movilizaciones sociales contra Añez y su pésimo manejo sanitario, económico y político del país, con acusaciones de corrupción y tráfico de drogas. El propio Almagro desnudó su apoyo irrestricto a los ayer golpistas, afirmando que “los cortes de ruta – que se vivieron durante unas semanas para exigir elecciones -representan actos bajos al pretender obtener réditos políticos del sufrimiento del pueblo ante el Covid 19. Es inmoral e indigno” sostuvo este activista de las políticas estadounidenses en la región, quien durante el golpe y la posterior represión contra los militantes y adherentes del MAS, no levantó su voz de condena. Sostuve que resultaba hipócrita condenar las movilizaciones de la población contra Añez y no las muertes propiciadas por los golpistas. Condenaba a quienes exigen democracia y enmudecía, frente a la corrupción galopante de Añez y los suyos.

Washington, la Unión Europea, el Grupo de Lima, los ayer críticos del MAS, se han tenido que tragar sus sueños de ver destruido al progresismo boliviano y han tenido que saludar la victoria arrolladora del partido que durante tres lustros gobernó Bolivia. De hecho, han tenido que reconocer que su política desestabilizadora ha sido un fracaso, haciendo realidad la máxima masista respecto a que “volveremos y seremos millones”. Efectivamente, han sido millones los que votaron por el MAS y una política, que durante 14 años generó un crecimiento económico formidable, que permitió sacar a parte importante de la población boliviana de la pobreza, dignificar el papel político de los indígenas bolivianos. Recuperar las riquezas naturales

Luis Almagro y su pandilla ejecutiva de la OEA, aquellos que llevaron a cabo el plan de desestabilización del Gobierno boliviano e impidieron su triunfo claro en octubre del año 2019, deben responder penal y políticamente. La renuncia de Almagro al cargo de secretario general de la OEA debe ser lo primero a exigir y luego encabezar un juicio político, que debería ser llevado al interior de ese organismo regional. Todo ello, para luego reemplazar a este ministerio de colonias, por una organización democrática donde Estados unidos no participe, donde sea los países latinoamericanos los que lleven adelante una política regional soberana y fuera del tutelaje de aquellos que aún tienen como ADN la idea de la Doctrina Monroe y el destino manifiesto como política. Una OEA limpia de la basura servil y de potencias hegemónica debe tender la mano a Cuba, Venezuela, apoyar la reconstrucción de Bolivia y abrirse al mundo.

El canciller de México Maximiliano Reyes, en la intervención de su país el 21 de octubre en la Asamblea General de la OEA no se guardó palabra alguna para cantarles las claras a Almagro y a una organización, que debe terminar en el basurero de la historia. Reyes sostuvo que las elecciones presidenciales en Bolivia, en octubre del año 2019 mostró una secretaría general liderada por Almagro que “utilizó de manera facciosa a la misión de observación electoral, para denunciar prematuramente un supuesto fraude en Bolivia que nunca existió. Esta conducta generó inestabilidad, violencia y desorden constitucional en Bolivia y creó un entorno internacional de confrontación. Almagro con esta acción lo que logró es deslegitimar las misiones de observación electoral”.

La conclusión del canciller mexicano fue demoledora:  “sugiero al secretario general de la OEA que se someta a un proceso de reflexión y autocrítica, para determinar si aún cuenta con la autoridad moral necesaria para encabezar el organismo”. Reyes señaló, además, que las elecciones generales del domingo 18 de octubre en Bolivia fueron “un ejemplo de democracia para todo el mundo y una lección histórica “que el pueblo boliviano ha dado al secretario general de la OEA y a su misión de observación electoral”. El Frente Amplio uruguayo terminó de ponerle la lápida a su ex militante al señalar, por medio de alguno de sus legisladores que “Hace un año Almagro desde la OEA acusaba: “Hubo un golpe en Bolivia, y ocurrió con el fraude electoral”. Almagro incendió el país. Este domingo 18 de octubre del 2020 las urnas volvieron a hablar […] Almagro es el fraude”

Por su parte el grupo de Puebla, conformado por expresidentes latinoamericanos (Dilma Rousseff, Ernesto Samper, Fernando Lugo, Evo Morales entre otros) y figuras políticas del continente exigió la renuncia del secretario general de la OEA bajo la acusación de “desestabilizar la democracia en Bolivia”. Para este grupo de reflexión y con influencia política “Es claro que el liderazgo regional del secretario general de la OEA, Luis Almagro, resulta seriamente cuestionado. El papel que jugó en la desestabilización democrática de Bolivia y las relaciones excluyentes que mantiene con otros países del área lo inhabilitan para seguir ejerciendo el papel de mediación y facilitación democráticas, que debería desempeñar al frente de tan importante cargo”.

Para este grupo la salida de Almagro no solo ayudaría a descomprimir en algo la difícil situación que atraviesa este ministerio de colonias, sino que también ayudará a recuperar la paz en la región. Lo único que me causa algo de ruido, en esta declaración del Grupo de Puebla, es que el senador chileno y ex-canciller, que forma parte de este grupo de reflexión, José Miguel Insulza, fue también secretario general de la OEA (antecesor de Almagro) y un hombre que también sirvió con fidelidad a las políticas de presión contra países como Cuba, Venezuela y la propia Bolivia de Evo Morales. Con relación a Luis Almagro lo sensato sería que renunciara y respondiera de sus actos golpistas pues tiene las manos machadas de sangre en Bolivia como también en Venezuela. Hoy, el continente entero debe alzar la voz de condena a un organismo que avala la intervención imperial, que sirve como organismo golpista y que no sólo debe ser disuelto, sino que nos obliga a buscar nuevas alternativas de coordinación regional, donde se excluya a Washington y a todos sus hijos. 

*Periodista y escritor chileno. Analista internacional

1. Probablemente del quechua yanakuna, significa esclavos de la nobleza


Fuente: teleSUR TV

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