Publicado el May 4, 2020 | Política
«La fuente del virus podrá ser una epidemia natural o puede venir del bioterrorismo»Bill Gates
«Un genocidio virósico», Papa Francisco (1)
El Papa Francisco ha advertido sobre el riesgo de un “genocidio virósico” y señala la importancia de los gobiernos que han tomado medidas ejemplares, priorizando la vida humana y la defensa de la población.
El escenario institucional.
«Es un virus chino. Lo tenemos totalmente bajo control». Donald Trump
«Un mísero resfriado… una fantasía… una gripecita». Jair Bolsonaro (2)
La mayor esperanza para el destino de la humanidad ante este escenario de una profunda crisis global sanitaria que significa la pandemia del Covid19 es que los gobiernos muestren una clara prioridad en sus decisiones: primero la gente. Las medidas de prevención, fundamentalmente el aislamiento social con cuarentena obligatoria y el cese de actividades económicas, implican un sacrificio para la población, ya que “molestan” a quienes se ven obligados a cumplirlas, pero son tomadas en función del bien común y de preservación de la vida humana. Sería triste que se optara por lo contrario, priorizar la actividad económica, lo cual llevaría a la muerte a millones de personas, algo así como un “genocidio virósico”, subraya el Papa Francisco en una carta manuscrita enviada al juez argentino Andrés Gallardo, presidente del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales.
Es claro que para hacer economía primero se necesita vivir; pero este vivir debe ser previsor, porque las crisis económicas pueden producir hambre y muertes mediatas. Los valores prioritarios en el contexto de la magnitud de la crisis planetaria que estamos viviendo, deben estar ligados a un compromiso por la vida, la dignidad humana y la paz global. Y las preguntas que surgen ante este escenario se relacionan con quiénes pueden ser los garantes de esos valores: más específicamente podríamos preguntarnos ¿Cuál es el rol del Estado durante la crisis? ¿Cuáles son las decisiones correctas para resguardar la vida de las poblaciones? ¿A qué dilema nos enfrentan estas decisiones?
Esta crisis global demuestra la importancia de la centralidad del Estado. Se abre acaso, un rol en el área de Defensa vinculado a la investigación de proliferación de virus y bacterias que signifiquen riesgos para los Estados, los territorios, las poblaciones y las actividades económicas. Todos los países han sido sorprendidos por la crisis y el avance del Covid19. La mayoría tiene reacciones improvisadas y se ha visto desbordada en su capacidad de afrontar el avance de la pandemia.
En este escenario de crisis planetaria es necesario contemplar que civilizatoriamente, como humanidad, enfrentamos tres grandes crisis que se profundizan y ponen en riesgo nuestra existencia en el planeta: la presencia de pandemias mortales de gran contagio y propagación virulenta, el calentamiento global y la crisis climática y ecológica, y un posible conflicto nuclear con consecuencias catastróficas.
Resulta de gran trascendencia tener presente las últimas declaraciones del Secretario general de Naciones Unidas Antonio Guterres quien señaló que el cambio climático “es más mortal que el coronavirus” y advirtió que la preocupación por el Covid19 no debe reducir el esfuerzo mundial en la lucha contra la crisis climática. Guterres subrayó que la enfermedad del coronavirus tendrá a priori un impacto temporal, mientras que la emergencia climática es una cuestión de largo plazo.
Por su parte, el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas, confirmó que en China se vio en enero una mejora de la calidad del aire como consecuencia del coronavirus, lo que muestra el impacto que la actividad humana tiene en el clima. Taalas apuntó que la expansión del virus es “un drama”, pero insistió en que el impacto del cambio climático es de una “magnitud mucho mayor” para la humanidad.
Esta pandemia que alcanza a casi todos los 200 países en que se divide el mundo con una peste que se extiende sin detenerse ni ser detenida, está haciendo crujir las estructuras que sostenían nuestro mundo y están acelerando un proceso de cambio con consecuencias inéditas e inciertas.
El Covid19, en tanto virus letal extremadamente veloz e incontenible, que mengua su marcha sólo en aquellos países que ha sabido aplicar con tiempo aislamiento social y cuarentena obligatoria, representa una pandemia que expone a la humanidad a escenarios inéditos. Las personas y las sociedades estamos expuestos a un enemigo letal invisible, que circula silenciosamente poniendo en jaque sistemas de salud, referencias políticas y contención de las estrategias de los gobiernos.
Diferentes referentes políticos están confirmando estos procesos de resquebrajamiento de la estructura mundial tal cual la conocíamos. El propio Henry Kissinger habla del ocaso del imperio norteamericano y de la pérdida de su hegemonía. Ante los interrogantes acerca de qué mundo quedará en pié luego de esta pandemia devastadora, interroga acerca de si se podrán “salvaguardar los principios del orden mundial liberal”, y si “Estados Unidos será capaz de liderar la transición al orden posterior al corona virus”.(3)
El horizonte trascendental.
La pandemia del coronavirus ha despertado bruscamente el peligro mayor que siempre han corrido los individuos y la humanidad: el delirio de la omnipotencia… Ha bastado el más pequeño e informe elemento de la naturaleza, un virus, para recordarnos que somos mortales, que la potencia militar y la tecnología no bastan para salvarnos. P. Raniero Cantalamessa (4)
Estallan guerras porque todos insisten en creerse Dios. Ustedes no fueron concebidos para eso. Stuart Hazeldine (5)
Sobre esta pandemia global se pueden hacer muchos análisis, y de muchas naturalezas, desde las concepciones que hacen a las estructuras políticas y sociales que el hombre ha construido hasta la visión de la globalidad del carácter humano trascendental que tenemos los pobladores del mundo, Ellos, la visión sociopolítica y la que se refiere al destino de la humanidad, no se contraponen, sino que se integran.
Compartimos la visión del lingüista norteamericano Noam Chomsky quien afirma que el mundo tiene grandes riesgos que hacen a la naturaleza misma de la humanidad. En su análisis global, ha sostenido históricamente que los principales factores de riesgo que ponían en peligro la existencia de la civilización humana en el planeta eran el calentamiento global y el peligro de la guerra nuclear.
Ambos peligros fueron impuestos por la acción del hombre. Pero ahora ha llegado como peste de Egipto, un tercero que había sido pronosticado por quienes consideran los problemas universales. Es un fracaso de la humanidad toda y no exclusivamente consecuencia de un sistema institucional establecido por los hombres. Así fue como hace ya cinco años Bill Gates anunciaba el peligro de una pandemia, en ocasión de sus comentarios acerca del ébola.
Este tercer peligro no lo fabricó deliberadamente el hombre (6), sino que es el resultado involuntario de sus fracasos y adicciones.
El análisis de los sistemas institucionales es el que más asiduamente analizan los hombres preocupados por la catástrofe. Sin embargo, muchos otros autores tendían a estudiar la globalidad de la pandemia actual, en el sentido que alcanza a todos los sistemas económicos (capitalismos, economías mixtas, socialismos), todos los continentes, todos los países.
La vida del hombre tiene que ver en primer lugar en lo que cree; de sus creencias e inteligencia nace su obrar. El hombre conoció y obedeció a Dios durante la larga vida del pueblo judío. Con el cristianismo y todas las religiones amó y adoró a Dios. En el siglo XIX comenzó una negación de la divinidad, su poder y creatividad con su ¡Dios ha muerto! ¡Dios no existe! En los siglos siguientes y en el tercer milenio dejó la negación para pasar a imitarlo, y terminar tratando de sustituirlo y de convertirse en Dios. No basta la reproducción natural, hay que crear vida robótica y biogenética en los laboratorios. Poderoso para matar, creyó luego que también podría crear vida, ya sea robótica o de carácter humano en sus laboratorios biogenéticos, sin detenerse por ninguna causa ética o moral. Ya había antes duplicado la vida de animales.
En este sentido se cree todopoderoso y creador (7) Muchas veces en su historia hizo guerras, matanzas de poblaciones aún indefensas con holocaustos y pogroms, y como en Hiroshima y Nagasaki. Terminó con la vida y cree que la puede crear. Pretende que puede instalar matanzas como las de las plagas de Egipto.
Esta fue la verdadera rebelión humana contra Dios. Creerse como los demonios, que podía igualarlo.
Esta actitud antinatural lo lleva al gran castigo de Dios o de la Naturaleza Humana. Las pestes tendrían un origen teológico, con un teleológico antinatural. El coronavirus testimonia al hombre que se cree Dios, porque lo humilla y muestra que no tiene el poder que cree tener. Su enemigo es tan pequeño que le resulta invisible. Luego de creerse Dios pelea en la sombra sin saber cómo vencer… por ahora. Pero por otra parte, provoca a muchos que se desesperanzan de la humanidad y fatalistas creen que con el corona virus ha llegado el fin del mundo.
Si aceptamos que la humanidad tiene ante sí muchos peligros que hacen a su existencia –los que están en pleno proceso de ejecución (el cambio climático y las pestes globales como la pandemia que sufrimos) y los que son probables (las guerras nucleares)– debemos reflexionar, como lo intentamos en este artículo. Los tres grandes peligros son causados por el hombre, directa o indirectamente, aunque haya muchos negadores de los errores sociales y políticos de la humanidad.
Las instituciones creadas por el hombre (los sistemas económicos y políticos, los desarrollos basados en los intereses grupales y personales, etcétera), obviamente, están en plena crisis. Un virus las expone en sus debilidades e imprevisiones.
La humanidad ha sido testigo de hombres privados de valores reales positivos que provocaron genocidios como los hitlerianos y estalinianos en Europa, pero también guerras sangrientas de dominación como las que realiza el imperio norteamericano, muchas de ellas en nuestra Latinoamérica, y más cerca también sufrimos la instalación de la injusticia con gobiernos de Ceos que privilegiaron los intereses de sus empresas sobre el bienestar común.
Para evitar las guerras exterminadoras, las agresiones a nuestra casa común y escapar de las pestes es necesario que las bases culturales y científicas del hombre se pongan al servicio de todos los pueblos, evitando formas que beneficien y protejan a pocos a pesar de ser propagadas como instituidas para todos. Mientras la peste es indetenible y camina por todas las regiones, la inacción de ciertas actividades muestra que el ambiente se repone y resurgen canales sin basura, ríos sin plásticos, tierras sin venenos, aires más limpios.
Junto con la pandemia se implanta una guerra petrolera con el designo de ampliar el dominio en el mercado mundial, lo que produjo una crisis sectorial, que mermó a la extracción de crudo y al consumo de combustibles. Los efectos de la reducción en el uso de los medios de transporte y en la industria que insume hidrocarburos manifestó la incidencia que tiene la quema de combustibles a niveles mayúsculos. Entonces, ¿por qué los intereses de los grandes consorcios financieros no fueron limitados por los gobiernos?
Lo que hace y crea el hombre, y lo que lo trasciende a su obrar, deben estar en una valoración que respete los bienes superiores y que nosotros, en nuestro sur regional, sigamos inventando para no errar.
(1)Gates, Bill (2020), TEDTalk, Vancouver, 3 de abril; y Papa Francisco (2020), Carta al presidente del Comité Panamericano de Juezas y jueces por los Derechos sociales y la Doctrina franciscana, Vatican News, 28 de marzo.
(2)Trump, Donald (2020), Texto presidencial, Washington, 20 de marzo; y Bolsonaro, Jair (2020) en varios sus Twitters.
(3) Kissinger, Henry (2020), “La pandemia del coronavirus va a alterar para siempre el orden mundial”, The Wall Street Journal, 3 de abril.
(4) Cantalamessa, Raniero (2020), Homilía del viernes santo en la Basílica de San Pedro, Vatican News, 10 de abril
(5) Frase que el cineasta y guionista inglés pone en boca del personaje Sarayu en la película La Cabaña, Summit Entertainment, 2017.
(6) Dice el novelista oriental Jorge Majfud que “Aunque no haya culpables por esta pandemia, hay que dejar de decir que nadie es responsable de la magnitud de la tragedia”, en Majfud, Jorge (2020), “Basta de decir que nadie es responsable”, https://www.alainet.org/es/articulo/205776, 8 de abril,
(7)Yuval Noah Harari afirma que “Cuando digo en el título que somos animales convertidos en dioses, lo digo en un sentido muy literal. En el siglo XXI, gracias a los avances de la ciencia y la tecnología, estamos a punto de apropiarnos de poderes que siempre se han considerado divinos, como la creación de vida, la eterna juventud, la transformación de nuestra propia naturaleza genética e, incluso, la capacidad de leer la mente mediante cerebros conectados por ordenadores”. En “De animales a dioses”, Ed. Debate/Ediciones 62. Madrid, 2014.
Fuente: Laberinto