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El dueño de la pelota

Por Juan Roberto Presta

Ascendió a primera Barracas Central, el club que llevó a la presidencia de AFA a Claudio “Chiqui” Tapia, club en el que jugó al fútbol en la década del 80, que presidió desde el 2001 hasta asumir en AFA en 2017 y allí lo sucedió su hijo Matías, que meses antes había dejado de jugar en el primer equipo, donde la número 10 la lleva su otro hijo Iván. Juega de local en un viejo estadio en Olavarría y Luna, que casualmente lleva el nombre de Claudio “Chiqui” Tapia, el dueño de la pelota.

Barracas Central es un viejo club fundado en 1904, es decir que tiene 117 años de existencia, formado en un barrio populoso de la Ciudad de Buenos Aires y que jugó en primera solo en el amateurismo argentino desde 1920 hasta 1934, saliendo subcampeón en 1932, cuando ya se había escindido un gran número de clubes que formaron la liga profesional en 1931. En 1935 se juntan la liga amateur y la profesional y desde entonces juega los torneos de ascenso, estando siempre muy lejos de llegar a primera.

“Chiqui” Tapia, empezó trabajando de barrendero, pero con el tiempo conoció a su esposa y madre de sus cuatro hijos, Paola Moyano que es hija del eterno Secretario General de los Camioneros, Hugo Moyano (uno de los sindicalistas más importantes y más influyentes de la Argentina) y allí su vida cambió. Había tenido un breve paso como futbolista en Barracas Central donde ascendió de la D a la C en 1992 y en Sportivo Dock Sud, pero empezó una carrera como sindicalista y nunca pensó que volvería al fútbol. Pero en 2001 fue a un homenaje a los campeones de 1992 y allí lo convencieron que tomara las riendas de un club que tendía a desaparecer. Bajo su presidencia logró el ascenso de Primera C (cuarta categoría) a Primera B (tercera) en 2009 y dejó las bases para un gran crecimiento institucional. Vivo y muy inteligente se acercó a Julio Grondona, el  eterno presidente de AFA y se convirtió en “su hombre de confianza”, mientras tanto conseguía apoyo de los dirigentes del ascenso. Sobre todo después de la muerte de Grondona, cuando hubo una votación con 75 votantes a presidente de AFA que terminó insólitamente en un empate 38 a 38 y eso le dio pie al presidente Mauricio Macri y a las autoridades de la Conmebol a intervenir la AFA. Allí formó ascenso unido y juntó votos para derrocar la intervención y convertirse en candidato a presidente, lo que logró en una asamblea en 2017.

Dejó a Barracas Central en manos de su hijo Matías, que hasta ese momento era un mediocre defensor y suplente habitual en el equipo, donde también jugaba (y juega) su hijo menor Iván. En 2019, con su padre de presidente Barracas ascendió a la Primera Nacional (segunda categoría) y en 2 años llegó a primera, con un camino tortuoso, donde hubo árbitros que siempre se equivocaron a su favor y con partidos que eran televisados solo por internet (con una cámara lejana y sin repeticiones). Peleó todo el torneo con otra sorpresa el Atlético Güemes de Santiago del Estero, que aflojó al final y quedó quinto. Le cobraron nueve penales, muchos de los cuales no fueron faltas y a los rivales le anularon goles insólitos, por posiciones adelantadas que no eran. En la Argentina todavía no hay VAR, así que las decisiones arbitrales no eran revisadas por nadie. Llegó a la última fecha con la obligación de ganar para terminar primero y derrotó a Villa Dálmine en Campana por 3 a 1, en un partido donde hay denuncias judiciales que 8 jugadores del local “fueron a menos” y se muestran goles donde los defensores cometen errores infantiles. En Dálmine niegan que ello haya pasado, pero el club dejó cesantes a 16 jugadores, entre ellos los 8 nombrados.

El equipo tiene la particularidad que es dirigido por el relator de TyC Sports (la señal que tiene los derechos televisivos de la categoría), Rodolfo De Paoli, un muchacho que fue jugador de fútbol en Nueva Chicago (casualmente su padre era el presidente) y Banfield, para después empezar una carrera como narrador, ganando un casting en Radio Mitre.  Fue el segundo relator de Fútbol para Todos, el proyecto estatal que terminó con el gobierno de Cristina Kirchner y después recaló en TyC Sports, el grupo televisivo que pertenece en partes iguales al grupo Clarín y a Torneos y Competencias. A su vez hizo una discretísima carrera como director técnico, dirigiendo entre otros a Argentino de Merlo, Real Pilar y a Nueva Chicago, donde quedó último en el torneo pasado. Este año recaló en Barracas Central y encontró su lugar en el Mundo.

Barracas, entonces, ganó el grupo B y jugó la final por el primer ascenso ante Tigre, que tiene como padrino al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que se encargó de hacer un movimiento de prensa tratando de que no lo perjudiquen. Dirigió el partido el internacional Patricio Loustau (uno de los mejores árbitros argentinos) y Tigre ganó por 1 a 0, en un partido donde no hubo nada que objetar. Así las cosas, tuvo que jugar la liguilla por el segundo ascenso y en semifinales eliminó a Almirante Brown empatando sin goles en la ida y ganando 3 a 2 en la vuelta, en un partido que ganaba 3 a 0 en el primer tiempo y se le complicó. La final fue con Quilmes y en un partido cerrado, le anularon un gol a los quilmeños por una posición adelantada milimétrica. El partido terminó sin goles y hubo que definir por penales, convirtieron todos hasta que en el quinto penal de Quilmes, Rafael Barrios la tiró afuera junto a un palo y Fernando Valenzuela (su figura) convirtió el suyo logrando el milagro.

  Barracas llegó a primera, con Chiqui Tapia peinado a la gomina en un palco del estadio de Racing, donde se jugó. Trató de no mostrar su satisfacción, pero después en la cancha se abrazó con su hijo y entregó la Copa. En el barrio, el dueño de la pelota era muy respetado, porque si se enojaba se llevaba la pelota y se terminaba el partido. Por eso se lo mimaba y nunca se le iba fuerte, hasta a veces le dejaban meter un gol, para que esté feliz y traiga la pelota otra vez. 

Fuente: Liliana López Foresi

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