• 31 de enero de 2025, 0:57
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Sobre el deslizamiento del término woke (el club de machos y el goce del idiota)

Por Sergio Zabalza*


Sabido es que la equivocidad de las palabras es una vía regia para abordar los avatares de una comunidad hablante desde el punto de vista psicoanalítico. Desde este punto de vista, prestar atención a la deriva del término woke (algo similar al despertar o tomar conciencia) permite apreciar el deslizamiento que la satisfacción de los cuerpos ha experimentado en las últimas décadas. El término fue acuñado en los Estados Unidos durante la entrevista efectuada en 1938 a un blusero que había compuesto una canción en defensa de nueve afrodescendientes adolescentes, falsamente acusados de violar a dos mujeres blancas. Desde entonces, el vocablo hizo referencia a la lucha antirracista primero y luego a la defensa de toda minoría afectada en sus derechos y dignidad. Sin embargo, en los últimos años el crecimiento de la ultraderecha ha degradado la palabra con el fin de negar la existencia de injusticias y desigualdades.
De hecho, hoy el actual escenario político argentino se tiñe con la brutal violencia del presidente de la Nación. Javier Milei acaba de brindar su más explícito ejemplo al decir: “Zurdos de mierda, los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad”; “La ideología de género constituye lisa y llanamente abuso infantil. Son pedófilos”; y “La ideología woke es el cáncer que hay que extirpar”. Resulta inquietante corroborar que su discurso coincide en dos puntos esenciales con el delirio nazi: la persecución a opositores y la “purificación” sexual” que, por ejemplo, hizo presa de las llamas a los textos freudianos en la quema de libros de 1933.
De hecho, la actual eliminación de contenidos en la ESI hace recordar aquel énfasis delirante contra la diversidad sexual imperante en la República de Weimar, antecesora del régimen hitleriano. La barbarie, la estupidez y la violencia no podrían encontrar mejor manera de anudarse que en el discurso de este actual mandatario argentino. Excepción hecha del flamante presidente estadounidense –culpable de abuso sexual- quien recientemente trató de “odiadora de izquierda” a la obispa anglicana que osó pedirle misericordia para los niños LGTB+; inmigrantes y demás personas vulnerables. No en vano, decía Lacan que “un canalla bien vale un tonto”, lo cual no quita lo extremadamente peligroso de estos  personajes en cuestión.
Es que Donald Trump aparece secundado por la denominada broligarquía , a saber: el reducido grupo de mil millonarios dueños de las grandes corporaciones mediáticas. Los mismos “brothers” que con acierto fueron descriptos como: “La banda de los bro que con pulsión homoerótica buscan impresionarse entre ellos para ver quién es el más macho”.
Este peligroso grupo de fantoches con dinero ilustra de manera paradigmática la militante inhibición resultante del discurso del virus woke enunciado por Elon Musk y su saludo nazi. Si hace unos años el destino de las fantasías era la represión, hoy la amenaza que comporta el término woke ha recalado en una inhibición cuya más inmediata consecuencia es la misoginia, el odio y la violencia. Corresponde preguntar: ¿Con qué se calienta toda esta gente que adora la estética fascista?
El psicoanálisis propone un término bien preciso a tal situación: el goce del idiota. Un delirio que – habida cuenta de la exacerbación individualista propia de nuestra época- habita la subjetividad de buena parte del mundo. Y no tanto por el insulto que tal término hoy ocupa en el sentido común, sino por el significado que Idiota tenía en la Antigua Grecia, a saber: privado, alejado de lo público. De lo que se trata, como es evidente a partir de la absurda exacerbación masculina es del goce fálico. Para el mismo Lacan destina una descripción muy precisa: goce del idiota, a saber: la masturbación. De hecho, no son pocas las oportunidades en que el actual presidente argentino, ha practicado con su brazo en público el gesto de quien se masturba. Por algo la frase “me da paja” comenzó con los adolescentes y se extendió a toda la escala etaria. Goce Fálico. Peligroso, violento, y misógino, el conjunto de los brothers –broligarquía- es el goce del Idiota.
Nos vemos el sábado en la marcha por el orgullo antifascista.

*Psicoanalista. Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires
Fuente: Liliana López Foresi

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