• 21 de noviembre de 2024, 6:37
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La vida en cubos

Por Eduardo de la Serna*


Con el tiempo fuimos aprendiendo que las cosas más fáciles son las ideales. Entonces, el viejo caldo de la abuela, que picaba verduras, hervía trozos durante horas y tenía una capa de grasa encima dejó paso a un cubito pequeño, “re-fácil”. En 5 minutos tenemos el mismo resultado (o casi). Lo instantáneo nos alivió la vida. O eso creemos. Y no es que, a partir de ahora tuviéramos más tiempo para leer, jugar, pensar, aburrirnos (que es la antesala de la creación), ¡no! Otro cubo nos llenó las horas, y la telenovela, la “peli”, la serie del momento cubrió los espacios vacíos. Y, así - ¡oh alivio! – otros pensaron por nosotros. E ingenuamente (= sin pensar) nos creímos una vida de buenos y malos más o menos compleja, más o menos superproducida. Miles de veces vimos un héroe solitario (¡tantas, pero tantas veces lo son! El héroe colectivo se lo dejo a Héctor Oesterheld) que se infiltra en espacio enemigo para liberar cautivos, o detectar espías malvados en el propio territorio que quieren dominar el mundo o volar por los aires una ciudad entera.


Lo cierto es que en este mundo de buenos y malos los viejos malos eran los “indios”, luego fueron los “alemanes”, luego los rusos, luego los colombianos, los árabes y ahora, nuevamente, los rusos… Los malos cambian, según los momentos históricos, los buenos no. Siempre son los mismos; ellos siempre están. Por eso resulta impensable ver una película “al revés”, donde los indios / alemanes / colombianos… etc. sean las víctimas de la perversión yanqui. Resulta un grotesco, algo exagerado [recuerdo haber escuchado muchos comentarios sobre lo desmedido que resultó a muchos la maravillosa serie Los Simuladores, cuando deben rescatar a sus compañeros del FBI… Es decir, “ellos” nos trataron de ingenuos toda la vida, pero no es sensato tratarlos así a ellos]. Si hasta es sensato creer que una Virgen se aparece para pedir (llorando) por la conversión de Rusia, pero es absurdo creer que una Virgen pueda pedir por la conversión de los EEUU. Así de formateada tenemos la mente. Además de sometida, claro. Porque terminamos creyendo que los buenos, los que nos subyugan, oprimen, explotan y esclavizan, siempre buscan nuestro bien, y somos nosotros los que no entendemos las cosas como son. Es decir, como “ellos” pretenden.


Y hoy, nueva guerra en el horizonte, el mismo cubo nos muestra buenos y malos. Siempre los mismos. Como si en una guerra no perdieran todos (salvo los vendedores de armas, claro), como si no fuera cierto que en toda guerra la primera víctima es la verdad, como si no fuera cierto que el tema – todo tema – es lo suficientemente complejo como para no dejar que una mirada “instantánea”, pasteurizada y en cubo nos dé la respuesta rápida y sepamos (como si de un partido de fútbol se tratara) de qué lado tenemos que estar. Como si no pudiéramos ver que guerras hubo y hay siempre, pero que desde hace más de 100 años hay un actor que no cambia. “¡En todo estás vos!”


Que se me perdone, pero más allá del análisis serio, geopolítico, que es necesario (y nunca rápido, nunca fácil, y nunca como el cubo lo vende) y que trato de leer, meditar, pensar y “cocinar a fuego lento”, pero resulta que, si de quedar de un lado se trata, elijo el lado de la paz, elijo el lado de la justicia, elijo el lado de la verdad. Algo que los países vendedores de armas suelen soslayar en aras de sus intereses. Altos intereses, por cierto… millonarios intereses. Y si el mundo no piensa, o lo hace mediado por el cubo mágico, entonces, ¡todos (= ellos) tranquilos!


*Teólogo. Miembro del Grupo de Curas en Opción por los Pobres

Foto: Psicoactiva

Fuente: Blog 1 de Eduardo de la Serna

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