El gobierno nacional prevé eliminar los telegramas en las próximas elecciones nacionales, que es el documento físico que respalda los votos emitidos. Con esta modalidad, cada escuela se convertiría en un centro de transmisión de datos porque los votos serían enviados por vía digital sin ningún tipo de control. La sombra del fraude electoral ya cubre los próximos comicios.
Llama la atención el viraje de las actuales autoridades que cuando fueron oposición extremaron los cuidados para evitar el fraude en las elecciones de 2015. Entonces, los principales bloques de la oposición en el Congreso Nacional presentaron un documento titulado Acuerdo Interpartidario para la Transparencia Electoral , con exigencias para evitar irregularidades, firmado por Adrián Pérez por el Frente Renovador, Patricia Bullrich por el PRO –hoy ministra de Seguridad- y Mario Negri por la UCR –actual presidente del interbloque parlamentario de Cambiemos-. También firmaron Adolfo Rodríguez Saá y Margarita Stolbizer.
En ese documento pusieron especial atención en lo que hoy quieren eliminar. Bajo el subtítulo Del acta de escrutinio y su autenticidad exigieron el uso de papel químico o similar en la confección del acta original, con tantas copias como partidos intervengan para que tuvieran copias más allá de las actas que confeccionaran los fiscales refrendadas por el presidente de mesa.
Además, pidieron que se realizara la homologación nacional de las actas de escrutinio y telegramas y que se publicaran en tiempo real, simultáneamente a la carga, y no en días posteriores. Solicitaron también que los camiones que transportaran estos documentos contaran con GPS para poder monitorearlos durante el traslado.
¿Qué es lo que cambió en apenas cuatro años para que hoy propongan eliminar los telegramas que entonces tanto cuidaban?
Es simple. Ahora son gobierno y tienen el control del acto electoral. Por otra parte, las encuestas no los favorecen por lo que desde distintos sectores sostienen que si el oficialismo pierde estaría dispuesto a hacer fraude, vieja práctica electoral en la República Argentina, que se detuvo con la Ley 8.871, conocida como Ley Sáenz Peña, que en 1912 puso fin al voto cantado y a la posibilidad de adulterar los padrones.
Desde entonces, el voto fue secreto y obligatorio y los padrones se confeccionaron a partir del registro del servicio militar. Es decir, los padrones electorales se conformaban en forma automática a partir de los padrones militares. Cuando los varones terminaban la conscripción se les otorgaba la Libreta de Enrolamiento que usaban para emitir el voto. Desde entonces los muertos yo no pudieron votar. Así fue que el primer movimiento popular del siglo XX, la Unión Cívica Radical (UCR) accedió al gobierno en 1916 con Hipólito Yrigoyen.
Pero cuando en 1930 Yrigoyen fue derrocado por el primer golpe cívico militar, otra vez el fraude regresó a la Argentina. Es que la oligarquía no podía conservar el gobierno sin adulterar los comicios y retomó el fraude al que le agregaron el adjetivo de “patriótico” porque sostenían que lo hacían para salvar a la Patria de la voluntad de una masa no preparada para elegir. Había que proteger a la Argentina de la “chusma”.
De esta manera, los dirigentes de la Década Infame retomaron el viejo pensamiento con que se organizó la Nación en 1853 con la sanción de la Constitución Nacional. El mismo Juan B. Alberdi en sus Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina lo escribió muy claro: “La República deja de ser una verdad de hecho en la América del Sud, porque el pueblo no está preparado para regirse por este sistema superior a su capacidad”.
Después se preguntó: “¿Por qué medios conseguiremos elevar la capacidad real de nuestros pueblos a la altura de sus constituciones escritas y de los principios proclamados?” y respondió: “Por la educación del pueblo, operada mediante la acción civilizante de Europa, es decir, por la inmigración”. Lo que quería aquella dirigencia fundacional era cambiar al pueblo.
No debe sorprendernos que a casi noventa años, las actuales autoridades muchos de ellos descendientes de los dirigentes de los años treinta –Pinedo, Bullrich Ocampo, Bullrich Luro Pueyrredón, Rodríguez Larreta, entre otros-, retomen el pensamiento de sus antepasados, convencidos de que el pueblo no está preparado y de que hay que librar de una vez por todas a la Argentina del populismo.
Fuentes:
- http://www.infobaires24.com.ar/elecciones-2019-el-oficialismo-busca-eliminar-los-telegramas/
- https://www.lanacion.com.ar/telegramas-electorales-t54807
- Alberdi, Juan Bautista. Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina. Emecé. Bs. As. 2010.