Publicado el 15 nov. 2021 | Opinión
Fuente: Facebook
*El peronismo recuperó la iniciativa política en medio de una derrota anunciada. No es poco ni es mucho. Pero semejante remontada en apenas dos meses, demuestra dos cosas: a) que la militancia movilizada es invencible y b) que las relaciones de fuerza se construyen con capacidad y decisión política.
*El peronismo es una voluntad colectiva capaz de transformar cualquier escenario social en tanto sea capaz de asentar una conducción y liderazgo hegemónico que confronte claramente con los viejos enemigos del pueblo trabajador. Cuando pierde ese norte, se reduce a un partido del sistema, a una cáscara vacía, a un club de amigos que visten a la moda y viven de glorias ajenas protagonizadas, por otros, en el pasado.
*El peronismo acaba de frenar, con los resultados del 14/11, principalmente en las provincias de Buenos Aires, Chaco y Tierra del Fuego, la última intentona de golpe blando de la derecha. Si ganaban abrumadoramente, venían por todo, no sólo por la presidencia de la Cámara de Diputados; venían por el gobierno nacional. El mérito de esta remontada fue justamente frenar la embestida desestabilizadora y crear las condiciones para avanzar, sin prisa ni pausa, rumbo a la batalla decisiva del 2023. Avancemos pues.
*El peronismo deberá utilizar y valorar todas las herramientas que tiene a disposición para lograr tal fin. El gobierno deberá gobernar, a como dé lugar, a favor de las grandes mayorías; la militancia organizada en los sindicatos, los movimientos sociales, las agrupaciones políticas territoriales, deberán asumir que el punto donde se asienta la palanca de transformación es el territorio, es la calle, es la plaza, es la presencia activa y movilizada de aquí en adelante. Sin movilización permanente, la derrota estará firmada.
*El peronismo, tal como lo concebimos nosotros, es la antítesis de la ambigüedad. Allí hay que buscar las causas del crecimiento del kirchnerismo en general, y de Cristina en particular. Se vienen dos años de confrontación con el poder real, de redistribución del ingreso y la riqueza, de reconstruir una política de Comunicación gubernamental, de implementar uno, dos, cien IFE de ser necesario, pero sin dejar a nadie a la intemperie.
*Finalmente, el mundo y el país son otros después de la pandemia. En el vientre de la crisis ha crecido un sujeto social que aún no tiene representación y que no duda en castigar a todos los oficialismos, cobrándose sus miserias, agravadas desde el 2015. A ellos hay que ir; abrazarlos; protegerlos. A ellos hay que saber interpretar. Todo esto mientras llenamos las Plazas, tantas veces como sea necesario para que el principal sujeto político del cambio, el pueblo movilizado, ejerza el rol que siempre ha tenido en la historia: transformar la realidad.