• 21 de noviembre de 2024, 7:16
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La medida de las medidas

Por Pbro. Dr. Eduardo de la Serna*


 

La palabra “metro” es un término griego que quiere decir “medida”. Se trata, sin duda de una convención en la que un colectivo decide que tal es el criterio con el que se medirá algo. Sabemos, por ejemplo, que hay diferentes medidas de peso o de distancia, y si unos usan kilos, otros usan libras, si unos usan centímetros otros usan pulgadas, o unos usan litros y otros galones… La clave radica en el consenso por el que un determinado grupo acepta tal medida. El consenso es una de las claves del asunto, y el respeto por la medida es otra. Tener una balanza distorsionada, o un centímetro falso se presta a la estafa, ciertamente. Y dejo de lado la trampa legal de que algunos productos ya no se venden en ½ kg sino en 400 grs o no en un litro sino 900 cm3… Es legal, porque la etiqueta indica la medida, pero sabemos que habituados al medio kilo muchos toman el frasco casi sin mirar (o resignados).

 

Lo que me interesa pensar es la aceptación real o supuesta de una determinada medida. Creo recordar que en Londres hay una barra metálica que “es” un metro, el usado en el sistema decimal.

 

En el consenso se admite, por ejemplo, que alguien tiene la medida para calificar algo; es el caso de los docentes, a los que se reconoce como aptos para evaluar si uno o varios estudiantes han recibido mucho, poco o nada de los conocimientos que se desean impartir. Y se califica, se mide.

 

Pero un problema es cuando alguien se erige, se auto-percibe, como referente de una determinada medida. Ya es casi una humorada reconocer que Guillermo Moreno cree tener el “peronómetro” y se percibe con autoridad para afirmar quien es, quien no y quien es más o menos peronista. Autoridad que nadie le reconoce, debemos reconocerlo. Otro ejemplo lo representaron Macri, Vidal y esa banda calificando de “mafia” a grupos siempre indeterminados. Vidal quiso hacer creer que había “enfrentado a las mafias”, que le habían dejado una bala y cosas semejantes. Siempre imposibles de constatar, salvo por los frutos… y si este es el caso, los frutos, el fracaso fue evidente. Y Macri… Macri hablando de mafias es como “un burro hablando de orejas”, repitiendo el refrán colombiano. El clan Macrì de la N’drangheta calabresa no parece una entidad de beneficencia. Y ahora refulge un personaje nimio, que es la nada misma, hablando de “castas” y explicando quién sí y quién no pertenece a la “casta política” … curiosamente no hace referencias a “castas económicas” que parecieran bastante más poderosas, o castas judiciales, o castas mediáticas… Poseedor de un extraño castómetro él determina desde la cima de su patetismo quién o quiénes quedan exentos de tan oprobioso epíteto. El casto Javier, que defiende la propiedad privada salvo cuando él la viola (por ejemplo, plagiando autores), egregio paladín de la libertad salvo cuando otros/as no piensan como él, en cuyo caso enarbola una incomprobable superioridad estética y cualifica soezmente al resto. Curiosos metros los que tienen algunos sin consenso más que el que les imprimen sus medios cómplices o amigos (si esto último fuera posible).

 

Dentro de los rollos hallados en las cuevas de Qumrán, en el Mar Muerto, en la cueva 1 se encontró un “Manual de la Guerra” (se lo abrevia 1QM) y explica claramente la guerra (con resultado asegurado) “de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”. Pocas cosas más evidentemente sectarias; un grupo, pequeño, pero con Dios de su lado, tiene una suerte de “luminómetro” para enfrentar a los “kittim” (nombre simbólico para aludir a los romanos, prudencialmente simulados) y a todos los que son como ellos, de ellos, o semejantes. Y recordaba, asimismo, al general dictatorial que se jactó de haber acabado con los marxistas, y entonces ahora irían contra los filo-marxistas, para-marxistas y cripto-marxistas. Nuevamente un marxímetro en funcionamiento (medida que también utiliza Javier-el-nimio para explicarnos quienes son o no zurdos, lo que es complicado para alguien tan a la derecha como él y su compañera).

 

Quienes creemos en los consensos, los acuerdos (aunque eso no implica coincidir en todo, por supuesto, porque de encuentros se trata, no de espejos) nos sentimos un poco incómodos con tantos poseedores de “reglas” de medidas; especialmente porque muchos quisiéramos que se mida la verdad, que se mida la justicia, que se mida la paz, que se mida el hambre, que se mida el trabajo, que se mida la amistad… (y no me refiero a números, que tanto les gustan a algunos) … me refiero a personas. Antes, una medida era el mate (medida que esperamos pronto vuelva), una medida era un abrazo… o una sonrisa. Una medida era un encuentro, o un abrazo por un gol, una peregrinación o una reunión de familia o de amigos. Que me perdonen los que creen tener el metro de los metros, pero, así como afirma san Bernardo inspirado en Agustín: “la medida del amor es amar sin medida” prefiero ir por otro lado, pensar por otro lado, buscar por otro lado, aunque sus metros me dejen afuera. Un afuera donde me encanta estar.


*Teólogo. Miembro del Grupo de Curas OPP

Fuente: Blog 1de Eduardo de la Serna

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