• 26 de abril de 2024, 3:44
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Irse con la bola de trapo

Por Ernesto Padrón

Un torrente de noticias sobre la situación en Cuba, por lo sucedido el domingo 11 de julio, trasmiten incansablemente contra nuestro país una parte de los grandes medios, los alternativos, y los escritos y videos personales en las redes sociales. Es comprensible la súper cobertura que nos dedican, en comparación con las súper protestas y represiones en otros países, ya que en muchísimos años no sucedía algo así en el nuestro.  

Extraordinario también la cantidad de gente que cree a ultranza todo lo que se publica o se sube a las redes. Algunos argumentan que ellos reciben filmaciones ciertas, pues están sin editar —las llamadas filmaciones “directas”—; lo cual me asombra, por sus insignes pericias para detectar los cortes y hasta la subjetividad de los distintos trasmisores. Cuando el que filma no abre el encuadre de la cámara para mostrarnos la cantidad de manifestantes, o limita un paneo; o cuando escoge la escena y el momento a filmar, o a los personajes del suceso, en ese trasmisor subyace una “autoedición” que inevitablemente no refleja la realidad, y la refracta en el mejor de los casos. 

Pero más me desconciertan los que se tragan sin masticar videos que son claramente montajes de escenas o sonidos sin conexión, o extrapoladas de otros momentos y hasta de otros países. Y es vergonzoso que cuando se descubre la tamaña falsedad —porque la verdad es testaruda— no esté aparejada la tamaña disculpa de la persona que te criticó por no creer, o del medio de prensa que la publicó. 

En Cuba —no sé en otros países— ser engañado de esa manera significa “irse con la bola de trapo”. No obstante, sabemos que las campañas mediáticas donde todo se vale, son pescadoras pertinaces de hechuras humanas; porque van calando y cimentando un estado de opinión en muchas personas. Pero también están los individuos que reciben las noticias con muchísima voluntad de creer. Sus prejuicios, o su actitud diametralmente opuesta al proyecto socialista, los condicionan a ver con ansias lo que ellos aspiran que ocurra. Y si no ocurren, pues algunos las inventan, o pagan para crearlas artificialmente, sin importar que se trate de actos brutales. 

No es que yo sea un anti-creyente testarudo; sólo abogo porque se compruebe la verdad antes de declararla como tal. Quien tenga de sopetón la verdad vivita y coleando en las manos, no únicamente me llama a sospecha su actitud de jugar a ser Dios, sino también el fondo de sus intenciones. Es irresponsable juzgar sin tener antes todos los hechos esclarecidos. A no ser, claro, que ya tenga usted dictada de antemano la sentencia: culpable.

Esta sentencia a priori siempre escamotea el contexto de los acontecimientos. Eso no falla. Para estos jueces, el bloqueo del gobierno norteamericano contra Cuba es una farsa, o si acaso algo que no es esencial. ¿Creen realmente estas personas que un país sitiado, con una economía de guerra, y sin todos los recursos para proteger a la población ante un pico pandémico, puede ser criticado y le pueden exigir condiciones los mismos provocadores de esta crisis que estamos viviendo? Tamaña bellaquería.

Y ya para rematar, otro grupo de fascistas piden corredor e invasión humanitaria, ¡hasta el bombardeo! y alientan al odio, la violencia y a la venganza más descarnada. “La represión del régimen comunista” ha sido su principal arma para pedir, como respuesta, la ultra represión. Nuestra policía no es la mejor del mundo, pero no está educada en ese odio, ni a ripostar con saña premeditada. ¿Díganme en que país atacan a un auto de la policía, lo vuelcan, y sus ocupantes no hacen uso de la fuerza? No digo que haya o no haya habido represión desmedida por parte de la policía. Eso sólo lo puede averiguar la investigación que está en curso. Nadie más. La justicia nunca puede ser emocional, sino racional. 

Pero ya sé que los promotores de la malignidad política contra Cuba no creen en nuestras investigaciones, y seguirán repitiendo los videos de asesinos que no son cubanos, y mostrando muertos a balazos que son luego entrevistados por la televisión. Desgraciadamente ellos publican la mentira, nosotros la desmentimos, pero la mentira sigue suelta y sin vacunar; porque la pelea es de león contra mono amarrado.

Más de una vez se ha dicho que nuestra prensa debe estar en la primera línea de los hechos noticiosos, pero seguimos ubicándola en la profundidad, y dándole protagonismo cuando ya los sucesos pasaron. La inmediatez y la imparcialidad al cubrir la noticia son fundamentales. Recuerdo a una periodista de TeleSUR que entrevistó a varios protagonistas de las guarimbas en Venezuela. Las declaraciones de los guarimberos fueron tan esclarecedoras de sus propósitos contrarrevolucionarios, que no hizo falta hacer otros tipos de comentarios, porque mostraron la baja calaña y el odio visceral de estos individuos.

La historia de estas crisis se repite en nuestro país, y la triste mezcla de la delincuencia —carne de cañón para la contrarrevolución— con los ciudadanos que salen a protestar porque viven en condiciones terribles de viviendas, y están cansados de la incompetencia, de la burocracia, de los errores en noria infinita, de la estupidez y la insensibilidad de algunos funcionarios, convierten a este escenario en una crisis social y política extremadamente compleja. Mucha de esa gente, sobre todo los jóvenes —grupo que reitero en este escrito—, no ve nunca o casi nunca la Mesa Redonda, ni el noticiero, ni leen nuestra prensa, ni nuestros sitios Web, ni nuestras páginas en las redes sociales. 

Pero nuestra prensa se va con la bola de trapo cuando no ve en toda su magnitud esa complejidad. Y prefiere echarlos a todos en el mismo saco. Bajo ese prisma todos son mercenarios pagados por los yanquis. No vale la pena entrevistarlos. ¿Es que no existe una voluntad de investigar esas historias de vida? ¿Cuáles son las causas de ese desenlace? ¿Qué no hicimos? ¿Qué podemos hacer? El bloqueo ya había exacerbado exponencialmente las condiciones de esa gente, y la pandemia le puso la tapa al pomo.  

A mayor crisis más comunicación con el pueblo y más accionar en su favor.  Darle los detalles de lo que se hace, los éxitos, las dificultades, los errores, y la proyección como país. Pero es comunicación y debate. No puede ser difusión de mensajes en una sola dirección. Y menos si son mensajes panfleteros y llenos de adjetivos y consignas. El diálogo y el debate son indispensables. En muchos países existe el llamado Secretario de Información, o Secretario de Prensa, que se reúne una vez por semana con los periodistas acreditados por los principales medios. Y hay algunos presidentes que prefieren asumir este intercambio. No digo que se copie exactamente el método, pero sí el concepto de mantener el diálogo esclarecedor, lo más directamente posible, entre el gobierno y los medios de comunicación masiva. 

Nuestra Mesa Redonda es un espacio importante de la televisión para esa información del Estado, sus funcionarios e instituciones hacia el pueblo. Pero los que dirigen ese espacio deben ejercer más como periodistas y menos como moderadores. La gente debe sentirse representados por ellos, y por ende verlos actuar como promotores del debate, de la crítica y de la información detallada. Si no actúan así no serán creíbles y, lo peor, los encasillarán por siempre en ese papel. Los jóvenes en primer lugar.

De la misma forma no podemos seguir dependiendo de comunicadores gurúes de un tema o una especialidad, los cuales se saturan, junto a sus mensajes, por su repetido empleo; incluso en ocasiones sin tener la gracia o el carisma para ser aceptados por la mayoría del pueblo, en especial, repito, los jóvenes. Y debemos ser más creativos y rápidos a la hora de desenmascarar las noticias falsas, sin dejar cabos sueltos, y no quedarnos siempre a la riposta. La hora es de reunir talentos y esfuerzos para ganar esta batalla de acción y pensamiento, con inteligencia, con humor criollo, y argumentos que siempre convenzan y nunca venzan. 

Lo es también crear alternativas de comunicación, como el empleo de toDus, el programa cubano tipo WhatsApp, más seguro y que gasta menos datos móviles. Lo puede ser el trasmitir titulares de noticias GRATIS a los celulares; noticias de todo tipo: políticas, sociales, culturales, deportivas. Lo es, cuando pase la pandemia, el brindar GRATIS carteleras de estrenos en los cines y salas de video, exposiciones en los museos, funciones en los teatros… El beneficio compensará enormemente el costo de estos canales para llevarle información al pueblo y en especial a los jóvenes. Pensemos en otras muchas otras posibilidades.

¿Cuál ha sido el balance de esta crisis? ¿Cómo podemos usarla para mejorar? ¿Ya pasó o los enemigos del socialismo cubano están preparando una escalada? No podemos esperar en pose de defensa; debemos ser proactivos y emplear eficientemente la comunicación, e implementar todos los cambios que sean necesarios para CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS derrotar a los enemigos de la bondad y la solidaridad humana. Como dice Pepe Mujica: “el odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio nos destruye”.  

Fuente: Segunda Cita. Blog en evolución y red abeja.

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