Los acontecimientos disruptivos que estamos atravesando a partir de la pandemia por el coronavirus están llevando a que pacientes y analistas estemos pensando el modo de sostener los espacios terapéuticos a distancia. El cuerpo, sede de la subjetividad, está asediado por peligros. Analistas y pacientes padecemos las mismas ansiedades y temores. El aislamiento preventivo hoy alcanza a toda la población en la Argentina, tal como en muchos países del mundo. Esta medida provoca una alteración en los espacios que funcionan como soporte de cada uno de nosotros y nosotras. ¿Cómo recrearlos?
Si estamos en riesgo, los espacios terapéuticos “a distancia” pasan a ser una opción muy valiosa si entendemos que además es la única posible en una situación de crisis como la actual.
Tres autores conceptualizan el trabajo -desde distintos lugares del mundo- sobre la cuestión de lo abordajes terapéuticos a distancia.
Introducción
El “Psicoanálisis a distancia” adquirió esta denominación en función de que no era costumbre realizarlo fuera de un consultorio. En su momento constituyó una nueva y diferente forma de implementación clínica. Luego de alrededor de dos décadas de una asidua y sostenida práctica, este método fue adquiriendo una identidad propia por lo que aquella inicial denominación deja de tener actualidad, resultando más adecuado otorgarle un nombre propio:“cyberanálisis”.
El concepto presencia al que denominé presencia comunicacional, consiste en que ambos de la dupla, cuando se comunican, sienten que están allí presentes.
Comencé a atender por vía telefónica en 2003 a un ex paciente que se hallaba viviendo en otro continente. Aquello implicó un desafío profesional que fui abordando con actitud de psicoanalista y de investigador clínico. En cierto momento evolutivo de esta práctica decidí escribir lo conceptualizado y presentarlo ante colegas de Argentina (APdeBA y SAP) (Carlino, 2005), en paneles de varios congresos latinoamericanos e internacionales y en dos publicaciones como libro, (Carlino 2010, 2011).
Esta diferente manera de intercambio coloquial requería crearle un encuadre específico y adecuado, cosa que fue creándose mientras se iba implementando.
Los avances habidos en el campo de la Tecnología de la Información y Comunicación (TIC) venían transformando la concepción paradigmática y cultural de la idea espacio-tiempo (Carlino, R. 2012a) e incluso venían abriendo puertas a nuevas aspiraciones humanas antes no anheladas por impracticables. Una vez instalado intensamente en la práctica del análisis telefónico consideré necesario redefinir el concepto presencia al que denominé presencia comunicacional, (Carlino, R. 2010; 2011) en que ambos de la dupla, cuando se comunican, sienten que están allí presentes. No se trata de un lugar físico, sino de un punto de confluencia comunicativa entre dos personas físicamente distantes pero no ausentes. Aporta a ello una efectiva sensación de contacto y de encuentro comunicacional, en un espacio que en otro artículo fuera denominado “espacio inter del diálogo” (Cantis Carlino, D.; Carlino, R., 1987).
El entorno tecnocultural (Carlino, R. 2000) jugó un papel inspirador y a la vez estimulante para implementar este tipo de abordaje clínico, en ese momento, osado y novedoso pues durante la primera centuria evolutiva del psicoanálisis era inimaginable practicarlo fuera del ámbito de un consultorio analítico. Fue a finales del siglo pasado que comenzaron las demandas de tratamientos desde lejanos lugares geográficos en proporción paralela a los nuevos y accesibles recursos telecomunicativos para atenderlas, lo cual operó como solicitud al psicoanálisis y a los psicoanalistas para que se actualizaran con otra manera de abordaje comunicativo que no sólo implicaba “otra forma” sino que aportaba una mayor repercusión y alcance social al psicoanálisis al hacer posible algo que antes no lo era: protagonizar clínicamente en lugares lejanos o difíciles de acceder por el tiempo de traslado al consultorio.
Reflexiones epistemológicas. Habilidades y dificultades operativas
El psicoanálisis es una ciencia humana y por ende social que, para estar a la altura del constante proceso de hominización de la especie, debe ir actualizándose al ritmo de su evolución. El analista debe dejar atrás una concepción atemporal que demandaba al analista “hacer psicoanálisis” para pasar ahora a “psicoanalizar” a personas reales en el entorno de sus circunstancias, insertas en su cultura y con paradigmas lógicos, a veces diferentes al sentir-pensar-proceder del analista, quien tiende espontáneamente a percibir y concebir desde sus propios paradigmas o lógicas de base (Carlino, R. 2000; 2010). De no tener esto en cuenta, no se distinguiría bien lo emitido por el “otro”, aunque semejante, diferente a lo propio (Berenstein, I., 2004).
El Cyberanálisis debe ser concebido desde su propia estirpe analítica y no corresponde ser comparado con el método clásico originario pues ambos tienen su propio setting que requiere un abordaje específico.
Cuando el analizante se comunica desde su propio medio habitacional, se lo percibe en su “propia salsa”. En ocasiones surge un impedimento que lleva a que la sesión transcurra a partir de un diferente lugar, ya sea desde el trabajo, ya de un gimnasio y transpirado, ya desde un parque público desde donde se halla una señal de wi-fi y un lugar adecuado. Estos settings analíticos ocasionales, en lugar de entorpecer, pueden desestabilizar el piso de las resistencias surgiendo así una mayor espontaneidad y trasparencia. Desde diferentes “salsas” pueden surgir diferentes facetas.
Con cierta frecuencia se perciben imágenes que “hablan”. En un momento de serio peligro para el analizante, le pedí que la siguiente sesión éste participara con su esposa. En la imagen aparecen ambos, sentados en sus piernas una hija de un año, el gato y el conejo de la casa. El analizante comienza diciendo: “aquí estoy con mi familia”. Este mensaje oral acoplado a la imagen emitida, dice más que las palabras en sí. Me confirmó que necesitaba estar rodeado de sus seres queridos. Otras veces, en el fondo de la imagen puede percibirse la puerta abierta de un placard que muestra orden o desorden o algún objeto privado, cuando no íntimo, del analizante.
De tanto en tanto se da una deficiente o nula conexión, a veces por motivos ajenos a sus protagonistas y otras como actuación resistencial, afectando la continuidad expositiva y la escucha, impidiendo mantener una atención flotante y una libre asociación.
En el intercambio de material clínico entre colegas, en varios de los analizantes estudiados hemos observado que en su vida privada tienen una leve o franca dificultad al acercamiento o contacto interpersonal, lo que se pensó que esto podría promover su adhesión al método, lo cual resulta, también, una buena oportunidad para analizarlo.
El Cyberanálisis posibilita psicoanalizarse a quienes habitan en un lugar donde no hay analistas cercanos o, aunque los hubiera, lo conciben inaccesible por el excesivo tiempo de traslado al consultorio. En ciudades o poblaciones pequeñas algunos tienen la vivencia de que, analizarse con un analista del lugar implica el riesgo de aportarle información de otras situaciones o personas cercanas conocidas, no en su rol de tal, sino como vecino del lugar.
Otras razones inconscientes motivadoras a elegir este método, se agregan a las conscientes. Una analizante argentina hacía más de 20 años que vivía en otro continente, luego de varios meses de análisis telefónico, en una sesión comenta que en todos los años de emigrada, ella hablaba español sólo cuando “hablaba por teléfono con su padre,(recientemente fallecido) tres veces por semana”. Pensado esto como un material latente transferencial, se vio que “hablar en español tres veces por semana y por teléfono con su analista” implicaba revivir en la transferencia lo que recién había perdido. Aquí se juntaron la demanda de análisis y la resistencia de transferencia y sólo pudieron separarse mediante elaboración.
Reflexiones sobre el método
En la actualidad se observa que se están implementando encuadres analíticos en el que se programan sesiones que ocurren en el Office-análisis y otras por Cyberanálisis.
Surgen denominaciones que confunden, tales como suponer que la comunicación, el análisis y también la sesión son virtuales cuando que, tan reales son, que producen efectos analíticos.
La habilidad adquirida para cyberanalizar, permite también al analista concebir la posibilidad de distanciarse temporariamente del consultorio y poder continuar atendiendo, si ello no estuviera contraindicado. A esto se le podría objetar que promueve permanentemente la ruptura del encuadre. No es así. Lo que “rompe”, en realidad, es el modelo de encuadre establecido para el trabajo en un consultorio, hoy equívocamente considerado como exclusivo eje de referencia. Actualmente, los analistas que conocen cómo operar con el Cyberanálisis, establecen en el contrato analítico (Carlino, R. 2012) un encuadre que considera la posibilidad de continuar por Cyberanálisis cuando el analizante y/o el analista se ausenta temporariamente. Actualmente la mente humana está siendo puesta cada vez más en situación de tener que poder arreglárselas con lo inestable y también lo imprevisto. Ejemplos ilustrativos:
- Analizantes que, para no perder la sesión, se comunican desde un bar o desde el baño de su habitación de hotel como único lugar privado que fue encontrado.
- Analizantes que pretenden comenzar su sesión desde su auto, sin detener la marcha, porque se les está haciendo tarde para llegar a sesión, intención no aceptable por no estar instalada una adecuada situación analítica. (Etchegoyen, R.H. 2009) pues no ofrece ocasión propicia para la “regla fundamental” ni para la “atención flotante”, salvo que detuviera el auto.
¿Pueden ser abordadas las resistencias?
Las resistencias son parte constitutiva de un análisis. Su abordaje no depende del método implementado sino, en principio, de la comprensión perceptiva del analista (Rosenfeld, D. 2015) que, de no ser así, éstas se manifestarán como actuación transferencial ↔ contratransferencial en oposición al trabajo elaborativo.
Entender psicoanalíticamente al analizante implica estar atento a los avatares resistenciales que contiene todo proceso analítico. Para poder captarlo e interpretarlo, se debe estar siempre atento a percibir los indicios aportados por el devenir del material y por fugaces o insistentes ocurrencias contratransferenciales (Racker, H. 1960) y tener la honestidad afectivo-intelectual de hacerse cargo de ellas a través del autoanálisis y, de ser necesario, buscar ayuda en una supervisión y/o en un análisis (Carlino, R.; Torregiani; V. 1988).
El Cyberanálisis debe ser concebido desde su propia estirpe analítica y no corresponde ser comparado con el método clásico originario pues ambos tienen su propio setting que requiere un abordaje específico.
Algunas precisiones, asentimientos y objeciones
El término virtual con que suele adjetivarse este análisis, promueve confusión que superpone el atributo “virtual” utilizado en Física y en Informática con la naturaleza específica del diálogo analítico que se vale de medios electrónicos de comunicación como instrumento para una real comunicación. De esta superposición terminológica surgen denominaciones que confunden, tales como suponer que la comunicación, el análisis y también la sesión son virtuales cuando que, tan reales son, que producen efectos analíticos.
Aquellos analistas que piensan que no les resulta posible analizar intermediado por un medio de comunicación, no tendrán que hacerlo, pero no por ello afirmar que no es posible, mientras haya analistas que sí pueden lograrlo.
Este método, en sus inicios, fue severamente objetado por Argentieri, S. y Amati Mehler, J. (2003). Era considerado una resistencia a reconocer que, si el analizante no podía concurrir al consultorio, ese análisis se tornaba imposible. Afirmaban que su implementación fuera del consultorio evitaba analizar la angustia de separación, juicio éste surgido de una premisa que considera como único y posible tratamiento psicoanalítico al implementado en un consultorio.
Desde ese entonces hasta ahora, son muchos los analistas que vienen expresando su adhesión a esta práctica en Ateneos clínicos, Congresos y en libros publicados; (Carlino, R. 2005; 2010; 2011); (Scharff, J. S. comp., 2013, 2015, 2017); (Aryan, A. y Carlino, R., 2013, 2014); (Briseño Mendoza, A. 2014); (Bastos, A.; Czalbowsky, S. y Roperti, E. 2018, comp.) y en otras numerosas publicaciones que abordan el Cyberanálisis.
"Presencia comunicacional"
La Tecnología de la Información y Comunicación (TIC) ha influido en la preconcepción subjetiva y objetiva de distancia y de presencia que lleva a redefinir lo que está presente o ausente, lo cercano y lo distante, lo posible o imposible de alcanzar comunicativamente.
Este método analítico mediado por telecomunicación tiene sus propias reglas y requiere una cuota de colaboración de la parte adulta de la personalidad del analizante. Ambos participantes contribuyen con los aspectos materiales del encuadre, cada cual desde su propio lugar. Deben estar atentos a las reglas que, de por sí, impone el método. No hacerlo puede ser una resistencia o una renegación de la realidad comunicativa. Los obstáculos a la instalación de la presencia comunicacional en parte se atenúan con el uso de video cámara, pues la imagen algo también “trasmite”.
Una creencia espontánea, no reflexiva, supone que el diálogo analítico acontece en el consultorio o, en nuestro caso, en el aparato de comunicación empleado, lo que lleva a equívocos conceptuales. Ambos lugares sólo cumplen el rol de “campo de juego” en que se da el encuentro coloquial que trascurre durante la sesión y ocurre en la mente de sus protagonistas.
En función de todo lo expuesto, aquellos analistas que piensan que no les resulta posible analizar intermediado por un medio de comunicación, no tendrán que hacerlo, pero no por ello afirmar que no es posible, mientras haya analistas que sí pueden lograrlo.
*Médico, Psiquiatra, Psicoanalista. Miembro Titular de la Sociedad. Psicoanalítica de México (SPM) y de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA).
Fuente: Revista Topía