El 30 de agosto de 2022 ocurrió
un fatal accidente, en la Ruta Provincial 38, a la altura del departamento
entrerriano de San Salvador cuando un conductor que se desplazaba a 140km/h,
mientras jugaba a cazar pokemones, volcó y a raíz del accidente murieron dos de
las personas que viajaban y las otras dos fueron hospitalizadas gravemente
heridas.
Esa tragedia desnudó algo que
pasamos por alto cada mañana, la tecnología ha podido ser lo que es hoy cuando
consiguió una hazaña: la realidad aumentada. ¿Qué es la realidad aumentada? Un
conjunto de técnicas que permiten la aplicación de elementos virtuales sobre
una representación de la realidad física. Poca gente reconoce este logro como
un cenit de la humanidad logrado a partir del 2007 cuando la mayoría de los celulares
comenzaron a estar conectados en tiempo real. Hace quince años, ante una nueva
dirección había que preguntar dónde quedaba, ahora nos dejamos llevar por
calles y ciudades por el GPS como si fuera lo más normal del mundo. En esa
geolocalización coinciden las calles que caminamos o conducimos con un mapa en
tiempo real, dos dimensiones diferentes, desde nuestra ubicación hasta el
satélite y vuelta a nuestro celular. Difícil de comprender para quienes no lo
vivieron, un tipo de realidad que ha creado una nueva forma de estar en el
mundo.
El accidente referido fue noticia
de diarios y noticieros por la imprudencia del conductor de estar “manejándose”
(si podemos utilizar este término) en dos dimensiones disímiles al mismo tiempo.
No descalifiquemos al conductor tan rápido pues la mayoría de nosotros/as
hacemos lo mismo cuando manejamos, pendientes del GPS que nos lleva para un
lado o para otro. Algunos dirán que no es lo mismo pero la diferencia es que en
la geolocalización existe una concordancia entre una realidad y otra; y en el
juego, una yuxtaposición aunque el mecanismo es semejante. Por algo las
principales causas de accidentes y muertes automovilísticas (investigaciones
hablan de hasta el 70% por ciento) hoy en día tienen que ver con las miradas no
sólo al GPS sino a los mensajes y redes sociales que llegan y un sonido
despierta a una otra dimensión, bifurca la atención del manejo. (Muchos/as se
defienden, sin ser acusados, sosteniendo que utilizan mecanismos como el “manos
libres” cuando manejan como si la cabeza y la concentración no importaran al
momento de conducir).
Dos actividades llevadas a cabo
en dos dimensiones diferentes, conducir y cazar pokemones, conducir y mirar la
localización en el GPS, mecanismos de la realidad aumentada, nombre desacertado
pero ilustrativo, pues no existe acumulación “positiva” (en más) de la realidad
sino bifurcación y escisión de los mundos.
Diferentes autores vienen
trabajando estos temas desde hace tiempo con muchísima repercusión. La
socióloga Shoshana Zuboff ubica no sólo al capitalismo de vigilancia (que
estudió Foucault) sino a esa sociedad que ya no se conforma con predecir
conductas sino intenta manejarnos como lo hace un “jojstick”, conduciéndonos
como en un juego en las múltiples dimensiones de realidad. Se trata de crear
las condiciones de nuevas compras y “juegos” que se terminan naturalizando con
la realidad física. Que el sujeto salga a la calle pero a condición de que no
sólo lleve su celular inteligente en mano sino que no levante la mirada de la
pantalla pues la realidad está ahí; lo mira, es mirado, y se mira a sí mismo en
la pantalla, jugando dentro del juego, infinitización del narcisismo. Caminamos
preferentemente por la ciudad a la caza de objetos virtuales, y es tan usual
ver los shoppings infectados de chicos y chicas buscando objetos que no existen
salvo en las realidades de las pantallas. Nos pilotean hábiles hasta los probadores
de los negocios, hasta las mismas puertas del paraíso y luego una patadita es
suficiente. Las “tiendas” pagarán para que nos conduzcan hasta sus productos.
Por algo hoy, los “portales” de pokemones se encuentran preferentemente cerca
de los shoppings.
El conductor no estaba en ningún
shopping, estaba conduciendo y cazándolos como perdices por el camino. Y
ninguno de los tres acompañantes le decía nada porque lo estaba haciendo muy
bien hasta que una maniobra brusca lo condujo a otra dimensión. La culpa fue de
ese pokémon travieso que se le cruzó y se confundió, debía atraparlo antes de que
siguiera su camino pero a altas velocidades la mente equivocó la acción 1 con
la 2; allí donde lo tenía que enlazar, realizó un movimiento brusco con el
volante y produjo que todos salieran volando. Lo real y lo virtual se
encontraron en ese microsegundo fatal; eso es la realidad aumentada, el gran
avance tecnológico de estas décadas.
Estamos agradecidos de poder
contar con estas armas que permiten no tener que aceptar que estamos
desorientados y perdidos, no tenerle que preguntar al otro para dónde y cómo ir
pero no debemos olvidar los riesgos, además de frecuentes accidentes
automovilísticos, la sociedad de consumo te va conduciendo, y ante cada “colisión”
pide tu calificación. Cada lugar que recorrés así como las empresas y lugares
piden tus puntuaciones, para que sepamos dónde estuviste y qué fuiste a hacer
allí. La realidad aumentada ha creado la sociedad meritocrática, puntualizadora,
del “like”.
Esperemos que no se nos cruce algún pokémon delante de nuestro automóvil o que alguna calle no cambie de mano y que el satélite aún no lo sepa y nos encontremos de frente a ese microsegundo de lucidez trágica.
* Psicoanalista y escritor. Docente universitario. Coordinador episteme