Publicado el Jan 22, 2021 | Opinión
Fuente: Política Exterior
Violeta Serrano apuesta en 'Poder migrante' por aprovechar el espacio de reflexión que el patrón de la pandemia nos ha dado para comprender que nuestro mundo y el que viene necesitan del otro más que nunca en la historia.
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«He tenido mucho tiempo para pensar sobre nuestra historia sangrienta, sobre todos los errores que hemos cometido. ¿Qué une a la gente? ¿Ejércitos? ¿Oro? ¿Banderas?
No, historia. No hay nada más poderoso en el mundo
que una buena historia. Nada puede pararla.»
Tyrion Lannister, Juego de tronos, 2019
En un momento de incertidumbre, fractura y crisis, se nos presenta un tema nunca superado: ¿qué hacer con los migrantes? ¿Cómo vencer el miedo a lo desconocido y, más aún, cómo vencer el miedo al otro? Violeta Serrano apuesta en Poder migrante por aprovechar el espacio de reflexión que el parón de la pandemia nos ha dado, para comprender que nuestro mundo y el que viene necesitan del otro más que nunca en la historia.
¿Quiénes son migrantes, quiénes extranjeros? ¿Las culturas son híbridas o entidades autoconstituidas? ¿Una cultura es mejor que otra? ¿Es mejor una convivencia enfrentada o cooperativa? ¿Hacia dónde mira nuestro futuro? ¿Cómo se construyó este presente? ¿Conocemos nuestro pasado? Estas preguntas son parte de los cuestionamientos básicos de nuestra sociedad. Mucha tinta se ha derramado para tratar de contestarlas, y quizá lo más relevante en el mundo de hoy no sea la capacidad de cerrar las respuestas, sino aprender a moverse entre las múltiples opciones que la mezcla de mundos ofrece.
Violeta Serrano entrega un ensayo original, escrito con un estilo accesible para el lector, pero complejo. En algunos momentos, parece que es una amiga quien cuestiona desde el ámbito más privado, mientras en otros nos confronta desde el ámbito social y ambos dentro de un marco de discusión denso entre los clásicos de los estudios culturales: Hannah Arendt, Edward Said, Amin Maalouf o Gayatri Spivak.
Desde ese ejercicio que combina la crónica periodística con la investigación social y cultural, paseamos de la mano de Serrano descubriendo cómo los discursos son los que han configurado las reglas de convivencia, los que han definido nuestros comportamientos en todos los espacios, analizando distintos momentos y sucesos, incluso su propia historia como migrante entre dos mundos: Argentina y España, fuertemente influida por el ejercicio crítico y literario de Maalouf.
Con una comprensión muy clara de la oportunidad que representa el diálogo personal para impactar y movilizarnos, la autora entrega en las primeras páginas del libro, historia y testimonios de migrantes de China, Siria o Marruecos, ofreciendo un espacio para que sus voces estén presentes. En esas voces se descubre que la búsqueda constante de identificarnos como parte de un mismo colectivo para no sabernos solos frente a un mundo que la mayoría de las veces se presenta hostil, es el centro de los discursos políticos desde hace siglos. Pero la potencia que hoy tienen esos discursos, gracias a las redes sociales, no es comparable con ningún otro momento de la historia, aunque incluso la hostilidad de ese mundo se haya vuelto más compleja y cambiante.
En un diálogo constante que se siente a lo largo de todo el texto con Yuval Noah Harari, hay un esfuerzo por comprender la historia de la humanidad, los principios y momentos que han llevado a la especie humana a posicionarse como la más evolucionada, y que hoy se enfrenta a un reto sin precedentes: la devastación medioambiental.
En ese agudo análisis de la historia se puede identificar que no ha sido la guerra, ni el enfrentamiento lo que nos ha llevado a la cima, sino la cooperación y la apertura a lo desconocido. Europa se erigió como cuna de la civilización gracias a la conquista de América, a la aventura de lo desconocido. Está claro que ese desconocido, y más precisamente esa tierra desconocida, fue ultrajado no por el simple encuentro, sino por la voluntad de dominación.
Poder migrante pone al descubierto que en este momento somos más vulnerables que nunca al tipo de adoctrinamiento y miedo que entienden la política como un ejercicio de dominación. La llegada y salida de Donald Trump de la Casa Blanca es el gran ejemplo de lo que una buena historia –aunque esté falseada–, repetida hasta la saciedad, puede movilizar desde los instintos más básicos de protección y supervivencia, un peligro para hacer frente a las amenazas que hoy tenemos delante.
El libro da cuenta de la llegada de la ultraderecha a la potencia mundial, EEUU, pero también a Brasil con Jair Bolsonaro o a Hungría con Viktor Orbán. Y ello ha sucedido no como una cuestión de azar, sino como una estrategia estructurada que tiene sus raíces en los años noventa y que podemos situar a partir de los debates abiertos por Samuel Huntington para construir a un gran enemigo a vencer: el migrante, la otra, la diferente, sí en femenino, pues reconoce como el movimiento feminista es uno de los que realmente puede transformar la balanza y, por tanto, es la gran amenaza a los discursos del odio.
Su análisis sobre el atentado en Nueva Zelanda, el 15 de marzo de 2019, en la que destaca la astucia y humanidad con la que la primera ministra, Jacinda Ardern, afrontó el ataque, confirma esta postura y da un aliento de esperanza frente a la crispación que escuchamos todos los días.
Justamente, la fuerza del libro está en su crítica a aquellas narrativas o discursos que justificaron en su momento la conquista de América, la colonización de África, el exotismo de Oriente o el islam como enemigo de la civilización y la paz, y que hoy se escuchan con un altavoz sin precedentes acompañado de una capacidad mínima de reflexión que el ritmo vertiginoso de nuestro tiempo ha impuesto, sobre el que la autora ironiza, aunque sea parte de su vida cotidiana.
Poder migrante apunta a que en nuestros días, el miedo al migrante no es solo el miedo a lo desconocido, sino un miedo que se nos ha inculcado a través de narrativas, discursos, películas, series y libros, simplemente para justificar la dominación, sin comprender que la existencia misma de los seres humanos y todos los seres vivos del planeta depende de la unión y la cooperación. La vida no puede crearse en solitario, las sociedades no crecen en solitario, la armonía se crea en conjunto, incluso la más espiritual, pues comprende el todo como parte de sí mismo.
El cierre del texto es una apuesta por las identidades híbridas que poco a poco han dejado de ser la excepción para convertirse en la norma, y por fin reconocernos como seres en movimiento y construcción, atravesados por mil historias reflejadas en las calles, en las casas e incluso hasta en nuestros propios cuerpos.
La incertidumbre que 2021 nos presenta es un momento propicio para reflexionar en colectivo y recuperar las fuerzas que las migraciones nos han dado, superando así el miedo y el rechazo al otro. El libro de Violeta Serrano se vuelve una lectura imprescindible para comenzar ese ejercicio hoy.