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Diez mitos sobre Israel. Segunda parte

Por Allan C. Brownfeld *

Análisis de Diez mitos sobre Israel, de Ilan Pappé

Palestina no estaba vacía

Otro mito que confronta Pappé es, "El sionismo no es colonialismo". Cuando los primeros colonos sionistas llegaron en 1882, la tierra de Palestina no estaba vacía. De hecho, escribe: "Este hecho era conocido por los líderes sionistas incluso antes de que llegaran los primeros colonos judíos. Una delegación enviada a Palestina por las primeras organizaciones sionistas informó a sus colegas: "La novia es hermosa, pero está casada con otro hombre". Sin embargo, cuando llegaron por primera vez, los primeros colonos se sorprendieron al encontrar a los lugareños a quienes consideraban invasores y extraños. En su opinión los palestinos nativos habían usurpado su patria. Sus líderes les dijeron que los lugareños no eran nativos, que no tenían derechos sobre la tierra. En cambio eran un problema que había que resolver y se podría resolver”.

Nada de esto –argumenta Pappé- fue posible porque "el sionismo fue un movimiento colonizador,de colonos, similar a los movimientos de los europeos que habían colonizado las dos Américas, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda ... El colonialismo de los colonos está motivado por un deseo de apoderarse de la tierra en un país extranjero, mientras que el colonialismo clásico codicia los recursos naturales en su nueva posesión geográfica ... El problema era que las nuevas "patrias" ya estaban habitadas por otras personas. En respuesta, las comunidades de colonos argumentaron que la nueva tierra era suya por derecho divino o moral, incluso si, en casos distintos al sionismo, no afirmaban haber vivido allí miles de años atrás. En muchos casos el método aceptado para superar esos obstáculos fue el genocidio de los indígenas locales”.

Desde el principio la resistencia palestina se describió como motivada por el odio hacia los judíos. Los diarios de los primeros sionistas cuentan una historia diferente. Están llenos de anécdotas que revelan que los colonos fueron bien recibidos por los palestinos, que les ofrecieron refugio y en muchos casos les enseñaron a cultivar la tierra. "Solo cuando quedó claro que los colonos no habían venido a vivir junto a la población nativa, sino en su lugar, comenzó la resistencia palestina", escribe Pappé. "Y cuando comenzó esa resistencia rápidamente tomó la forma de cualquier otra lucha anticolonialista".

Representación compartida

En 1928 la dirección palestina, a pesar de los deseos de la mayoría de su gente, consintió en permitir a los colonos judíos una representación equitativa en los futuros organismos del Estado. La dirección sionista estaba a favor de la idea solo mientras creía que los palestinos la rechazarían. La representación compartida era lo opuesto a lo que los sionistas querían. Cuando la propuesta fue aceptada por los palestinos, fue rechazada por los sionistas. Esto llevó a los disturbios de 1929. Incluso en 1947, cuando Gran Bretaña decidió remitir la cuestión a las Naciones Unidas, los palestinos sugirieron con otros estados árabes un Estado unitario para reemplazar el Mandato en Palestina, con los mismos derechos para judíos y árabes. Propuesta que los sionistas rechazaron.

En la visión de Pappé, "Uno puede representar el sionismo como un movimiento colonizador de colonos y el movimiento nacional palestino como anticolonial...En 1945 el sionismo había atraído a más de medio millón de colonos a un país cuya población eraaproximadamente de dos millones... La única forma de que los colonos expandieran su dominio sobre la tierra... y asegurasen una mayoría demográfica exclusiva era eliminar a los nativos de su tierra natal. ... Palestina no es enteramente judía demográficamente y aunque Israel la controla políticamente por todos los medios, el Estado de Israel todavía está colonizando, construyendo nuevos asentamientos en Galilea, el Negev y Cisjordania..."

El Gobierno israelí ha promovido durante mucho tiempo la idea de que los palestinos abandonaron voluntariamente su tierra natal en 1948. También de que huyeron de sus aldeas por su propia voluntad o por orden de los ejércitos árabes que los querían fuera del camino. Por lo tanto, Israel no tenía ninguna obligación de permitir su retorno ya que, según este argumento, su desplazamiento no era responsabilidad de Israel. Cualquiera de los "infiltrados" que intentaban regresar eran criminales. A fines de la década de 1980, los llamados "nuevos historiadores" de Israel, especialmente Benny Morris, examinaron los archivos israelíes recientemente abiertos y no encontraron evidencia de que los refugiados huyeran por órdenes de los líderes árabes, sino que lo hicieron principalmente por terror, luego de escuchar informes de masacres llevadas a cabo por soldados israelíes en pueblos como Deir Yassin.

Transferir a los palestinos

Esta idea de que los palestinos se fueron voluntariamente es otro de los "mitos" que confronta Pappé. Escribe que "el liderazgo sionista y los ideólogos no podían imaginar una implementación exitosa de su proyecto sin deshacerse de la población nativa, ya fuera por acuerdo o por la fuerza. Más recientemente, después de años de negación, los historiadores sionistas como Anita Shapira han aceptado que sus héroes, los líderes del movimiento sionista, contemplaron seriamente la posibilidad de transferir a los palestinos”.

En 1937, David Ben-Gurion le dijo a la asamblea sionista: "En muchas partes del país no será posible establecerse sin transferir a los fellahin árabes... Con la transferencia obligatoria tendríamos una gran área de asentamiento... Apoyo la transferencia obligatoria. No veo nada inmoral en eso”.

En su libro La limpieza étnica de Palestina, Pappé examina el desarrollo de un plan maestro para la expulsión masiva de los palestinos. Oficialmente, el Gobierno israelí mantiene la afirmación de que los palestinos se convirtieron en refugiados porque sus líderes les dijeron que se fueran. "Pero", escribe, "no hubo tal llamado, es un mito creado por el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí... Lo que está claro es que la limpieza étnica de los palestinos no puede de ninguna manera justificarse como un 'castigo' por su rechazo a un plan de paz de la ONU que fue diseñado sin consultarlos".

El plan maestro de Israel, el Plan D, que se había preparado junto con el alto mando de la Haganah -la principal ala militar judía- incluía las siguientes referencias claras a los métodos que se emplearían en el proceso de limpieza de la población: "Destrucción de aldeas (prenderles fuego, volarlas y plantar minas en los escombros), especialmente en aquellos centros de población que son difíciles de controlar continuamente. Montar las operaciones de búsqueda y control de acuerdo con las siguientes pautas: rodear la aldea y realizar una búsqueda dentro de ella. En caso de resistencia, la fuerza armada debe destruirse y expulsar a la población fuera de las fronteras del Estado”.

Crimen de guerra

Pappé declara que, "Desde el punto de vista actual no hay escapatoria para definir las acciones israelíes en el asunto palestino como un crimen de guerra ... El crimen cometido por los líderes del movimiento sionista, que se convirtió en el Gobierno de Israel, fue el de limpieza étnica. Esto no es una mera retórica, sino una acusación con obligaciones políticas, legales y morales de largo alcance. La definición del crimen se aclaró después de la guerra civil de los Balcanes en los años 90: la limpieza étnica es cualquier acción de un grupo étnico destinada a expulsar a otro grupo étnico con el objetivo de transformar una región étnica mixta en una pura. Tal acción equivale a la limpieza étnica, independientemente de los medios empleados para obtenerla, desde la persuasión y las amenazas a las expulsiones y los asesinatos en masa”. 

Es importante recordar, señala Pappé, que "hay judíos en Israel que han asimilado todas estas lecciones. No todos los judíos son indiferentes o ignorantes de la Nakba. Los que no lo son representan actualmente una pequeña minoría, pero que hace sentir su presencia, lo que demuestra que al menos algunos ciudadanos judíos no son sordos a los gritos, el dolor y la devastación de los asesinados, violados o heridos a lo largo de 1948".

Otros mitos confrontados por el autor incluyen: "La guerra de junio de 1967 no fue una guerra ‘de elección’", “Israel es la única democracia en el Medio Oriente"," El mito de Oslo”, “El mito de Gaza" y "La solución de dos estados es el único camino a seguir".

En el caso de la guerra de 1967, la narración aceptada es que la Israel se vio obligado a ocupar Cisjordania y la Franja de Gaza y mantenerlas bajo custodia hasta que los palestinos estuvieran preparados para hacer las paces. Muchos piensan que la guerra de 1967 fue una en la que Israel resistió el ataque y ocupó Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza en defensa propia. El hecho es que fue Israel quien lanzó el primer ataque contra Egipto en 1967. El primer ministro Menachem Begin dijo más tarde: "En junio de 1967, nuevamente tuvimos otra opción. La concentración del ejército egipcio en los accesos al Sinaí no prueba que Nasser estuviera realmente a punto de atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos. Decidimos atacarlos”.

El objetivo sionista antes de 1948

En realidad, Pappé cree que "...la toma de control de Cisjordania en particular, con sus antiguas visiones bíblicas, fue un objetivo sionista incluso antes de 1948 y se ajustó a la lógica del proyecto sionista en su conjunto. Esta lógica puede resumirse como el deseo de apoderarse de la mayor cantidad posible de Palestina con el menor número posible de palestinos... Después de la ocupación, el nuevo gobernante limitó a los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza a un limbo imposible: no eran refugiados ni ciudadanos, eran, y siguen siendo, habitantes sin ciudadanía. Eran reclusos -y en muchos aspectos todavía lo son- de una gran prisión en la que no tienen derechos civiles ni humanos ni perspectivas de futuro.

Con respecto a la pretensión de Israel de ser la única "democracia" en el Medio Oriente, Pappé señala el hecho de que, incluso antes de 1967, los palestinos, que representaban el 20 % de los ciudadanos de Israel, vivían bajo un "régimen militar basado en las normas draconianas de emergencia obligatorias británicas" que negaba... cualquier derecho humano o civil básico. Los gobernadores militares locales eran los gobernantes absolutos de las vidas de estos ciudadanos: podían idear leyes especiales para ellos, destruir sus casas y sus medios de subsistencia y enviarlos a la cárcel cada vez que les daba la gana. Sólo a fines de la década de 1950 surgió una fuerte oposición judía a estos abusos, lo que finalmente alivió la presión sobre los ciudadanos palestinos.

El estado de "terror militar" bajo el cual vivieron los palestinos, señala Pappé, está "ejemplificado por la masacre de Kafr Qasim en octubre de 1956 cuando, en la víspera de la operación en el Sinaí, 49 ciudadanos palestinos fueron asesinados por el ejército israelí. Las autoridades alegaron que estaban llegando tarde a casa de los campos cuando se impuso el toque de queda en la aldea. Sin embargo esta no era la verdadera razón. Pruebas posteriores muestran que Israel había considerado seriamente la expulsión de palestinos de toda el área llamada Wadi Ara y el triángulo en el que se asentaba la aldea... Estas dos áreas... fueron anexadas a Israel bajo los términos del acuerdo de armisticio de 1949 con Jordania... El territorio adicional fue siempre bienvenido por Israel.

Ley de retorno

La Ley del Retorno de Israel otorga ciudadanía automática a cada judío del mundo, dondequiera que haya nacido. En opinión de Pappé, "esta ley... es flagrantemente antidemocrática, ya que fue acompañada por un rechazo total del derecho de retorno para los palestinos, reconocido internacionalmente por la Resolución 194 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1948. Este rechazo prohibe a los ciudadanos palestinos de Israel reunirse con familiares inmediatos o con aquellos que fueron expulsados ​​en 1948. Negar a la gente el derecho a regresar a su patria y al mismo tiempo ofrecer el derecho a otros que no tienen ninguna conexión con la tierra es un modelo de proceso antidemocrático”.

Según muestra Pappé, otros aspectos de la vida en Israel hacen que la aseveración de "democracia" sea cuestionable. Desde 1948, los municipios palestinos han recibido muchos menos fondos que sus homólogos judíos. La comunidad palestina más próspera, la aldea de Me'ilva en la alta Galilea, está todavía peor que la ciudad más pobre de desarrollo judío en el Negev. Al mismo tiempo, más del 90 por ciento de la tierra es propiedad del Fondo Nacional Judío (JNF). Los propietarios de tierras no pueden realizar transacciones con ciudadanos no judíos y la tierra pública tiene prioridad para el uso de proyectos nacionales, lo que significa que se están construyendo nuevas colonias judías mientras apenas existen nuevos asentamientos palestinos. La mayor ciudad palestina, Nazaret, a pesar de la triplicación de su población desde 1948, no se ha expandido ni siquiera un kilómetro cuadrado.

"Imagínese", escribe Pappé, "si en el Reino Unido o en los EE.UU. los ciudadanos judíos, o los católicos en este caso, tuvieran prohibido por ley vivir en ciertos pueblos, vecindarios o ciudades enteras. ¿Cómo puede conciliarse una situación así con la noción de democracia? ... [Israel] no puede bajo ningún concepto considerarse una democracia”. Cuando se trata de palestinos que viven en los territorios ocupados declara "la humillación de millones de palestinos es una rutina diaria, la ‘única democracia en el Medio Oriente’ se comporta como una dictadura de la peor clase”. 

Asesinatos y torturas ilegales

Amnistía Internacional documenta anualmente la naturaleza de la ocupación. Su informe de 2015 proporcionó esta evaluación: "En Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, las fuerzas israelíes cometieron homicidios ilegítimos de civiles palestinos, incluidos niños, y detuvieron a miles de palestinos que protestaron o se opusieron a la continuación de la ocupación militar de Israel, llevando a centenares de personas en detención administrativa. La tortura y otros malos tratos seguían siendo abundantes y se cometieron con impunidad. Las autoridades continuaron promoviendo colonias ilegales en Cisjordania y restringieron severamente la libertad de movimiento de los palestinos... Las autoridades continuaron demoliendo casas palestinas en Cisjordania y dentro de Israel, particularmente en aldeas beduinas en la región de Negev / Naqab, desalojando por la fuerza a sus residentes”

El 13 de septiembre de 1993, Israel y la OLP firmaron una declaración de principios, conocida como el Acuerdo de Oslo. Pappé sostiene que "...debemos reconocer que el proceso de Oslo no fue una búsqueda justa y equitativa de la paz, sino un compromiso acordado por un pueblo derrotado y colonizado. Como resultado, los palestinos se vieron obligados a buscar soluciones que iban contra sus intereses y pusieron en peligro su propia existencia. El mismo argumento se puede componer para los debates sobre la "solución de dos estados" que se ofreció en Oslo. Esta oferta debe verse por lo que es: partición bajo una redacción diferente. Incluso en este escenario... Israel no solo decidiría cuánto territorio iba a conceder, sino también qué sucedería en el territorio que dejó atrás”.

En los Acuerdos originales había una promesa israelí de que los tres asuntos que más preocupan a los palestinos -el destino de Jerusalén, los refugiados y las colonias judías- serían negociados cuando el período interino de cinco años llegara a un final exitoso. Este proceso, sin embargo, se estancó por el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin en 1995, seguido de la victoria del Likud, encabezado por Benjamin Netanyahu en 1996. Netanyahu se opuso a los Acuerdos de Oslo y el proceso se detuvo.

Camp David

Más tarde, bajo Ehud Barak, la oferta final de Israel se hizo en Camp David en 2000. Israel propuso un pequeño Estado palestino con capital en Abu Dis, pero sin un importante desmantelamiento de las colonias y sin esperanzas de que regresen los refugiados. Las negociaciones colapsaron. "Después de 1995", escribe Pappé, "el impacto del Acuerdo de Oslo como un factor que arruinó a la sociedad palestina, en lugar de traer paz, quedó dolorosamente claro... el Acuerdo se convirtió en un discurso de paz que no tenía relevancia para la realidad sobre el terreno. Durante el período de las conversaciones -entre 1996 y 1999- se construyeron más colonias y se infligieron más castigos colectivos a los palestinos. Incluso si creías en la solución de dos estados en 1999, un recorrido por Cisjordania o la Franja de Gaza te habría convencido de las palabras del erudito israelí, Meron Benvenisti.

Mirando hacia el futuro, Pappé cree que la declaración de que "la solución de los dos estados es el único camino a seguir" es otro mito. Señala que, "cualquier crítica a este mito a menudo se califica de antisemitismo. Sin embargo, en muchos sentidos sucede lo contrario: existe una conexión entre el nuevo antisemitismo y el mito mismo. La solución de dos estados se basa en la idea de que un Estado judío es la mejor solución para el problema judío, es decir, los judíos deberían vivir en Palestina en vez de en cualquier otro lugar. Esta noción también está cerca de los corazones de los antisemitas. La solución de dos estados, indirectamente, debería decirse, se basa en la suposición de que Israel y el judaísmo son lo mismo. Por lo tanto, Israel insiste en que lo que hace, lo hace en nombre del judaísmo.

Lo que sucederá cuando Israel abandone la solución de dos estados sigue siendo tema de mucha especulación. Es importante para el mundo, y en particular para los judíos, entender lo que ha ocurrido en Palestina en términos históricos. Pappé lo expresa en esta perspectiva: "Después de la Segunda Guerra Mundial, se permitió que el sionismo se convirtiera en un proyecto colonialista en un momento en que el mundo civilizado rechazaba el colonialismo porque la creación de un Estado judío ofrecía a Europa, y a Alemania Occidental en particular, una salida fácil de los peores excesos de antisemitismo jamás vistos. Israel fue el primero en declarar su reconocimiento de "una nueva Alemania". A cambio recibió una gran cantidad de dinero, pero también, mucho más importante, una carta blanca para convertir a toda Palestina en Israel. El sionismo se ofreció a sí mismo como la solución al antisemitismo, pero se convirtió en la razón principal de su presencia continua.

Una solución justa

Una solución justa al dilema de Palestina, concluye Pappé, solo se logrará si dejamos de tratar las mitologías como verdades: "Palestina no estaba vacía y el pueblo judío tenía patria, Palestina fue colonizada, no 'redimida' y su gente fue desposeída en 1948, en lugar de irse voluntariamente. Los colonizados, incluso bajo la Carta de la ONU, tienen derecho a luchar por su liberación... y el final exitoso de tal lucha yace en la creación de un Estado democrático que incluya a todos sus habitantes”.

Desde que Ilan Pappé terminó su libro, Israel se ha alejado aún más de una solución de dos estados. El comité central del partido gobernante Likud, a principios de 2018, respaldó una resolución que pedía la anexión de las colonias de Cisjordania. El primer ministro Netanyahu ya no habla del establecimiento de un Estado palestino. La idea misma de que un Estado palestino llegue a existir es rechazada por el actual Gobierno de Israel.

Para comprender cómo hemos llegado a este punto y para considerar, ante los últimos acontecimientos, cómo podemos esperar un futuro más esperanzador, este importante libro de Ilan Pappé es una lectura esencial. Abandonar los mitos y enfrentar la realidad es un importante primer paso adelante.

 * Allan C. Brownfeld es un columnista sindicado a nivel nacional y se desempeña como editor asociado de THE LINCOLN REVIEW y editor de ISSUES. Autor de cinco libros, ha servido en el Senado de los Estados Unidos, en la Cámara de Representantes y en la Oficina de la Vicepresidencia.

Foto: Europa Press 

Fuente: Rebelión

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